I was stupid for letting you go...

I was stupid for letting you go...

jueves, 21 de marzo de 2013

Capítulo 21. Solo besos

Narra Martha.
Por un momento la línea se queda en silencio. Casi puedo ver cómo la cara de mi amiga pasa del asombro al enfado lenta pero irremediablemente. Yo me limito a apartar las lágrimas que no dejan de salir mientras retomo el paso, ya que estaba empezando a llamar la atención de la gente.

--¿Qué?-es ella la que finalmente habla, con un tono de voz casi tenso-Dime que es coña, por favor.

Trato de sonreír débilmente, mordiendo mi labio inferior, ya despellejado de tantas veces que he hecho el mismo gesto sin apenas darme cuenta.

--No, no es broma, hemos roto.

De nuevo se vuelve a hacer el silencio, aunque rápidamente es sustituido. De nuevo por ella, y ya no solo por palabras tensas.

--Hijo de puta... Si es que me lo esperaba, claro, como no. ¿Te lo dije o no te lo dije? Maldito bastardo. Seguro que es porque ha encontrado una chavala nueva que pierda las bragas por esas cuatro malas canciones que tienen, es por eso ¿verdad?-quiero responder o al menos comentar algo, pero ella continúa hablando, cada vez elevando más el tono de su voz-¡Dios! ¡Como lo sabía! ¡Por un momento casi me cayó bien! ¡POR UN MOMENTO ME CREÍ SUS PUTAS LÁGRIMAS DE COCODRILO! ¿¡CÓMO SE ATREVE A ENGAÑARME A MÍ DE ESA FORMA?! ¡Y ADEMÁS PARA SALIR CONTIGO Y LUEGO DEJARTE! ¿¡ESE CHICO ES TONTO O SE CAYÓ DE LA CUNA?, ENSERIO!
--¡Ane!-exclamo con el tono de voz más alto que tengo en estos momentos.
--Como me le encuentre por la calle le voy a partir esa tocha de tucán que tiene, ya verás como no se le ocurre volver a hacer gilipolleces-ella continúa, con el tono de nuevo bajo, aunque entre bufidos y maldiciones.
--He roto yo.

Otro silencio más. Esta vez puedo sentir cómo el rostro de Ane hace el camino inverso: del enfado al asombro. Escucho cómo jadeas, a causa de la larga de insultos y gritos que ha pegado hace cinco segundos, como si tratara de tranquilizarse.
Apenas me doy cuenta de que he llegado a mi casa, pero tengo todo menos ganas de entrar, de ver a mi familia, de que se den cuenta de mis lágrimas, de que pregunten y de que mi padre ya vaya con el ceño fruncido hasta que le cuente todo lo que ha pasado, por lo que simplemente me siento en el escalón que hay en la puerta. Me encojo sobre mí misma para no perder el calor.

--¿Cómo que has roto tú?
--He roto yo.
--¿Por qué?

Suspiro con pesadez, sintiendo cómo ese suspiro sale roto y tembloroso, y me paro a pensar en las palabras exactas para explicar lo que ha pasado, pero ella no me da tiempo a pensarlo demasiado.

--Espera, ¿estás en tu casa?
--Más o menos-admito mirando las puntas de mis zapatos.
--Estoy allí en diez minutos, nena.

Me cuelga sin más y yo guardo el teléfono en mi pantalón. Bajo las mangas de mi chaqueta hasta que cubren mis manos. 
Tardo en darme cuenta de que lo que me cubre no es otra cosa que una sudadera de Harry, una ya vieja y con el dibujo que tenía en el pecho casi borrado. Me la regaló cuando solo éramos amigos, y me vuelvo a casa cuando de nuevo no somos más que eso. Qué irónico todo. Sonrío entre lágrimas, apretando los ojos y escondiendo mi nariz en el cuello de la sudadera, sintiendo cómo todavía huele a él. No sé cuan psicópata ha sonado eso, pero la verdad es que no me importa, porque sé que al menos voy a poder guardar una cosa suya. No, no es que no vaya a volver a verle, pero prefiero guardar las distancias, al menos hasta que sea capaz de controlarme delante de él y del resto de los chicos, quienes no tienen por qué saber lo que ha pasado. De todas formas, ya se darán cuenta de que no es lo mismo...o quizás no, lo único que diferenciaba nuestra relación de una de amigos eran los besos.
Me quiero golpear contra la puerta de mi casa ante esa observación. Solo hemos sido amigos, mierda. Solo besos, solo abrazos y ...ya está, hasta ahí llegó nuestra relación. Estaba más que cantado que Harry se estaba adaptando a la situación por no perderme, y que, si en algún momento de verdad sintió algo por mí, no ha sido más que porque rompió con esa otra chica. 
Levanto la cabeza al escuchar un montón de pasos torpes entre tropiezos y maldiciones, llegar desde el final de la calle. Ane corre como si hubiera hecho una maratón: totalmente despeinada, roja y con la lengua fuera. Ni siquiera vivimos tan lejos, aunque claro, el ejercicio físico nunca ha sido su fuerte. 
Llega hasta mí y se inclina sobre sí misma, apoyándose en sus rodillas mientras jadea, recuperando el aliento.

--Usain Bolt se está riendo de ti en estos momentos, y eso que ni siquiera te conoce-no puedo evitar bromear.
--Cállate-es su respuesta entre jadeos, antes de dejarse caer, sentándose en el suelo frente a mí-Vamos, cuenta lo que ha pasado, y con detalles, no quiero que te saltes NADA.

Mientras ella relaja sus jadeos y se intenta peinar un poco, yo le cuento todo, con detalles, sin dejarme NADA, como ella me ha pedido. Le cuento nuestro obvio comportamiento amistoso, las peleas que seguíamos teniendo como cuando éramos pequeños, la foto de la ex en el pantalón y la conversación de hace apenas una hora.

--Pero...¿solo besos? ¿No pasasteis de ahí?-ella me pregunta con una ceja alzada.
--No pasamos de ahí-admito en un suspiro, negando débilmente con la cabeza.
--Joder-ella dice con claro asombro-Lleváis saliendo, o sea, perdona, me refiero a que...llevábais saliendo un montón, ¿cuántos meses?
--Ocho-respondo sin saber si realmente llevábamos tanto tiempo saliendo.
--¿Y en ocho meses no...?
--No, y deja ya el tema sexual, por favor-la pido sintiendo cómo mis mejillas queman por la vergüenza.
--Vale. Vale. Dejado-responde alzando las manos como señal de derrota-Me parece curioso, eso es todo.
--Hay más cosas en una pareja aparte de follar, por si nunca te lo has planteado.
--Nunca me lo he planteado-confirma encogiéndose de hombros. Así que todavía niega el haber estado saliendo con alguien, de manera romántica me refiero-Pero yo también he visto esa foto de Harry y...-silba haciendo un movimiento de cabeza. No tengo que preguntar para saber que está hablando de esa foto que se le ocurrió subir a Harry en pelota picada.
--¡Ane!-me quejo, tapándome la cara con las manos, porque obviamente, yo también he visto esa foto. Todo el mundo la ha visto, y entiendo su silbido perfectamente porque...sí, está más que bien, pero ese no es el tema ahora mismo-Creo que prefiero que le insultes.

Ella suelta una carcajada, negando con la cabeza, y yo me uno a ella con facilidad. No es como si de un momento a otro hubiera olvidado a Harry, pero al menos me distraigo un rato con mi mejor amiga, que definitivamente, está mal de la cabeza.

--Bueno, basta de reírse de Harry y de mí. Me toca preguntar-la digo con una ceja alzada y una sonrisa ladeada. 

Y por primera vez en mucho tiempo, veo cómo la cara de Ane se pone totalmente roja, casi parece un semáforo, y no estoy exagerando. Aparata la mirada de mí mascullando un "¿De qué me hablas?" que solo causa que yo me ría más y que ella se ponga aún más roja, si es que eso es posible.

--Vamos, cuéntame cómo ha pasado-empujo su pierna con mi pie-Ayer por la mañana le tiras el café. Ayer al mediodía viene a hablar conmigo llorando, desconsolado. Ayer por la noche hay fotos vuestras saliendo a cenar. Y hoy por la mañana besito de despedida en la puerta de tu casa. Necesito saber cómo has conseguido eso, porque te juro que no es normal.
--¿Y tú cómo sabes todo eso?-me mira confusa, aunque todavía esté roja como un pavo.
--Despierta abuela, twitter lo sabe todo, y cuando me refiero a todo, me refiero a que todo el mundo sabe que tú estabas esta mañana con el pijama que te regalé. Así que cuéntame lo que ha pasado.
--¡Vale! ¡Vale!-exclama.

Entre murmullos y sonrisas tontas, ella me cuenta un breve resumen de todo lo que ha pasado en veinticuatro horas, sin que yo me haya enterado. Puedo asegurar que nunca he visto a Ane con tanta vergüenza en el cuerpo (y en la cara). Juguetea con su pelo, con su camiseta, con una pequeña piedra que hay en el suelo, sin mirarme en ningún momento a la cara, pero todo ello, con una sonrisa de lado a lado. Yo no puedo evitar reír bajo y hacer pequeños comentarios sin demasiada maldad, jugando con su bochorno. Que nadie me culpe, no es que la haya visto en este estado demasiadas veces y creo que debo aprovechar.

--Así que del odio al amor de verdad que solo hay un paso-comento cuando ella ha terminado de narrarme los hechos.
--Tampoco es como si antes le odiara-rueda los ojos, pero todavía sin mirarme, con la mirada puesta en el suelo.
--¡Lo hacías!
--No me caía del todo bien, eso es todo-corta tajante el tema, pero yo no puedo evitar reír de nuevo.

Decido hacer una locura, una locura decente, para poder terminar con todo este tema ya. Así que cojo aire y pregunto, tratando de parecer lo más natural posible, como si siguiéramos con la conversación anterior.

--Entonces...¿eso de que todos los hombres eran pollas con patas...?

Las facciones de su cara se contraen de inmediato. Pierde el rubor de sus mejillas, que es sustituido por un pálido algo preocupante. Todo su cuerpo parece haber reaccionado, ya que ni juega con su pelo, ni con su ropa, incluso tira la pequeña piedra que tenía delante bien lejos. Veo como frunce el ceño, todavía mirando al suelo.

--Siempre hay excepciones-es lo único que responde, encogiéndose de hombros de manera tan rígida, que parece un robot.
--¿Qué es lo que pasa con ese tema?-pregunto algo molesta, porque ni por esas, ni en esta situación, sea capaz de hablar de ello.
--Nada. No es nada. Una estupidez sin sentido-responde con tono cortante.
--Ane...
--¿Qué importa?-por fin me vuelve a mirar a los ojos, lo cual me permite vislumbrar una mezcla de sentimientos encerrados en esas esferas oscuras:enfado, furia, ira, tristeza, dolor...
--A mí me importa-respondo con tono calmado-Mira, no quiero que te enfades conmigo ¿vale? Pero pensé que confiabas en mí y...molesta un poco saber que has estado haciendo cosas a mis espaldas, que te han hecho daño y que...no has pensado en que yo podía ayudarte.
--Es que no podías ayudarme-masculla con tono seco, ciertamente desagradable.
--Tal vez sí que habría podido, pero no me diste la oportunidad. No confiaste en mí, en tu mejor amiga-no puedo evitar sonar dolida.
--Fue una estupidez. Una mala decisión. No pasa nada, no me he muerto por ello ni por no contárselo a nadie ¿ves?-alza sus brazos, sonriendo con cierta tensión-Estoy bien, no pasa nada.
--Ya.
--Martha, no seas tú la que te cabrees ahora. Es una bobada.
--¡Pero yo te cuento mis bobadas!

Ella se calla y agacha la cabeza, sabiendo que no tiene más excusas, que no tiene por donde escapar esta vez.

--No importa-mascullo mientras me levanto de mi asiento, dispuesta a entrar en casa.
--Oye, no. Espera, no seas cría...
--Bueno, soy una cría, aprende a sobrellevarlo si vamos a vivir juntas, igual que yo sobrellevaré que no confíes en mí.

Abro la puerta con un suspiro y antes de que se cierre, escucho cómo ella habla de nuevo. 

--Mi ex me utilizaba-habla con voz pausada, haciendo que me detenga en medio de la puerta-Me engañó, solo...solo para follar conmigo, ¿está bien? ¿Ya estás contenta?

Me giro para mirarla, no tan sorprendida como se supone que debería estar, ya que sí que sospechaba algo, aunque en el fondo, solo esperaba que fueran cosas mías. Todo en ella me demuestra vergüenza, arrepentimiento y enfado, con los brazos cruzados sobre su pecho y el ceño fruncido, mirando a cualquier lugar menos a mí.

--Por eso no querías ir al baile con ningún chico-asiente con la cabeza como respuesta-Y por eso no confiabas en Harry-de nuevo asiente-Y por eso...no querías tener nada que ver con Niall-el último asentimiento tarda en llegar, pero finalmente lo hace, con lentitud-¿Y por qué no me lo contaste?
--¿Hubiera arreglado algo?-alza la mirada para clavar sus ojos en los míos, con dureza-Él ya me había hecho daño. Yo ya estaba destrozada. No había nada más que hacer, todo estaba hecho.
--Podrías habermelo contado, te habrías sentido mejor.
--¿Mejor? ¿Por qué me sentiría mejor después de humillarme de esa manera?
--Porque no es una humillación...-respondo antes de dejar salir un suspiro-No es una humillación equivocarse, cometer errores, hacer una tontería o admitir que te han hecho daño. No es una humillación, no cuando se lo cuentas a tu mejor amiga.
--Para mí lo es-responde todavía con tono neutral. De nuevo aleja su mirada de mí-No es nada personal. Confío en ti y sé que tú no...me vas a juzgar o algo, pero...es mi forma de ser. No confío en nadie. Casi no confío en mí misma, así que...lo siento si te molesta, pero pensé que ya sabías como era.

Suspiro negando con la cabeza. Sí, es verdad que no me ha contado muchas cosas desde que nos conocemos. La última vez que me dijo que le gustaba alguien ella tenía once años como mucho, y no era un gran secreto, porque a todo el mundo le gustaba Zac Efron desde High School Musical.

--Estás cabreada-comenta sin más-Mira, yo también lo estaría, pero...
--No importa-de nuevo digo esas dos palabras que he repetido más en una mañana que en toda mi vida. Ane me mira sorprendida-Da igual, tampoco es como si fuera a desterrarte por esa estupidez-sonrío débilmente y ella me devuelve la sonrisa de la misma manera.
--Entonces...todo bien.
--Todo bien-confirmo antes de acercarme a darla un pequeño abrazo.

Siento la vibración de un móvil en mi cadera y sé perfectamente que no es el mío. Cuando nos separamos, Ane coge su móvil y lo mira con la mayor sonrisa de tonta enamorada que en mi vida haya podido ver. Rápidamente teclea una respuesta, sin dejar de sonreír ni por un momento.

--¿Niall?-pregunto con una ceja alzada.

Ella muerde sus labios para tratar de evitar su sonrisa, pero asiente con la cabeza, mientras bloquea el móvil y de nuevo lo guarda. Ya tiene otra vez la cara roja como un cangrejo.

--¿Te está diciendo cosas bonitas o sucias? Porque estás que echas humo, guapa-muevo mis cejas con picardía, y ella solo niega con la cabeza, todavía sonriente.
--Cosas bonitas, cosas bonitas-responde algo divertida-Por cierto, necesito ir a un centro comercial, cual sea, pero con urgencia.
--¿Y eso por qué?
--No tengo nada que regalarle a Nialll por Navidad.
--Llevais veinticuatro horas saliendo y Navidad es en dos días, ¿de verdad que quieres regalarle algo tan pronto?-la miro confusa, ya que lo veo un poco precipitado. Ni siquiera nos regalamos cosas entre nosotras, y eso que hay bastante más confianza, creo.
--Es un romántico empedernido. Imagínate que me regala algo a mí y yo no tengo nada que regalarle a él-hace un gesto de diva dramática total que solo hace que yo ría.
--Está bien, está bien. Creo que ya sé lo que puedes regalarle.

martes, 19 de marzo de 2013

Capítulo 20. ¿No te importa?

Narra Ane.
Despierto confusa, sintiendo como me duelen todos y cada uno de los músculos de mi cuerpo. Me extraño aún más cuando caigo en la cuenta de que estoy en el suelo, y mucho más cuando siento que no estoy completamente congelada. Ya ni hablar de cuando siento un brazo rodear mi cintura. Por un momento tengo la necesidad de chillar, asustada por encontrarme así con alguien, ya que dormir...en dormido en muchos sitios. Las fiestas se descontrolan muchas veces, pero nunca me despierto con nadie a mi lado. Entonces caigo en la cuenta de quien es el que me rodea y, aunque no me relaje del todo (ya que es bastante extraña la situación) al menos no tengo el miedo de haber perdido las bragas o algo por el estilo.
Así que nos quedamos dormidos, nos quedamos dormidos en el suelo, yo acomodada contra él y él abrazándome con gentileza pero aún así fuerza, como si temiera que fuera a escapar. 
No puedo evitar sonreír débilmente, ignorando por completo las ideas que pasan por mi cabeza, recordándome una vez más lo que pasó la última vez que me sentí así. Llevo una de mis manos a su mejilla, por el momento tan pálida como el resto de su rostro, cosa poco habitual, ya que normalmente está colorada hasta límites insospechados, y acaricio con suavidad. Veo cómo él hace ligeras muecas, ya que aunque se encuentre en el quinto sueño, siente mi caricia, finalmente acaba por sonreír, todavía con los ojos cerrados y dejando salir suaves suspiros. Aparto mi mano con cuidado de su mejilla para llevarla hasta su pelo, dejando que mis dedos vaguen tranquilamente, peinando y despeinando los mechones rubios. Ante ésto, él gruñe mientras se acerca a mí, como si no quisiera que parara, y por descontado, mi sonrisa se amplia.
Lástimas que estas cosas nunca duren tanto como deberían.

--¿Ane? ¿Se puede?

Se escucha la voz de mi madre al tiempo que unos toques en la puerta. Me levanto de un golpe, sin tener en cuenta el brazo de Niall, que cae como un peso muerto al suelo, y a pesar de ello, él sigue dormido, con una mueca ahora de molestia, pero dormido.

--Mierda-mascullo para mí misma, esperando que no me haya oído mi madre-¿Puedes esperar un segundo, mamá?
--Está bien... ¿Te pasa algo?-pregunta extrañada.
--No, no-No, solo el chico con el que ayer me viste morreándome y por el que diste por hecho que iba a follarme detrás de cada seto está durmiendo en el suelo. Pero oye, al menos los dos tenemos la ropa puesta. ¿Qué hay para desayunar? pienso mientras pienso en cómo levantar a Niall con toda la delicadeza posible-Todo bien, un segundo.

Escucho otro "Está bien" aún más extrañado que el anterior, y me acuclillo al lado de Niall. Sí, se ve muy tierno y muy mono, pero no es momento para cosas bonitas, por lo que solo le sacudo de un brazo, tratando de no ser demasiado brusca.

--Niall. Niall despierta-prácticamente le pido, con cierta desesperación. Él solo emite un gruñido como respuesta.
--Es muy pronto-responde con la voz bastante más grave de lo que recordaba que ayer tuviera, rasgada a causa del sueño, y demasiado alta como para que mi madre no lo haya escuchado. 

Le chisto tapándole la boca, haciendo que él abra los ojos confundido. Aún con sus labios cubiertos por mi mano, puedo sentir cómo sonríe ampliamente, y dice bajo mi mano un "Buenos días" que me habría encantado escuchar en otras circunstancias.

--Sí, buenos días, mi madre está al otro lado de la puerta y quiere pasar-le susurro, quitando mi mano de su boca.

Sus ojos se abren con sorpresa, y casi de un salto se pone en pie, estirando su chaqueta, esa que me prestó y se puso de vuelta para poder subir por el árbol con más habilidad.

--¿Qué hago?-susurra nervioso, mirando de la puerta hacia mí y de mí hacia la puerta-¿Me voy? ¿Salgo por la ventana?

Trato de pensar algo con rapidez. ¿Cuál es la mejor opción? ¿Que le vea y se dé cuenta de que soy perfectamente responsable y de que puedo dormir con un chico sin que pase nada? ¿O dejar que se vaya corriendo para que mi madre no se piense cosas extrañas a pesar de lo que le diga?

--¿Cariño?-pregunta mi madre.
--Ane...-Niall también me llama, asustado, dudoso, mordiendo su labio, sin ser capaz de decidir, al igual que yo.
--Pasa mamá-se me ocurre soltar sin pensar, agarrando la mano de Niall con fuerza, como gesto nervioso o simplemente para que no huya y me deje a mí con todo este marrón.

La puerta se abre y mi madre entra. Parece que va a decir algo, pero su boca se queda abierta por una fracción de segundo, antes de cerrarla, con los labios apretados, casi formando una línea. Todo ello por el simple hecho de haber visto al rubio aquí, claro está.
Por un momento ninguno de los tres dice nada. Hay tanta tensión en la habitación que no solo se podría cortar con un cuchillo, sino que casi podríamos saltar sobre la tensión cual cama elástica. Yo aprieto la mano de Niall. Niall me devuelve el apretón. Mi madre solo deja sus labios unidos, mirando nuestras manos, nuestros cuerpos y nuestras caras, supongo que pensando en "lo peor"

--Al parecer eres consciente de todo pero luego haces lo que quieres...-es lo único que dice, con los ojos fijos en Niall, quien no se achanta, pero sin embargo no le sostiene la mirada.
--Mamá, nosotros...-trato de decir, pero ni siquiera me deja terminar la frase.
--El desayuno está hecho-es lo único que dice, antes de darse media vuelta y salir de la habitación.

No soy capaz de respirar profundamente hasta que oigo que está en el piso de abajo. Aflojo mi mano de la de Niall y me giro para verle. Sus mejillas han vuelto al color rojizo, supongo que por la vergüenza del momento.

--Podría haber ido peor ¿no?-susurra, mirándome a los ojos, para ver cómo todavía hay algo de miedo en ellos.
--Tú espera, que todavía queda el desayuno...-digo en un suspiro.

Desde aquí puedo escuchar cómo mi hermano baja las escaleras pesadamente, haciendo resonar sus pasos por toda la casa, o al menos así lo siento yo, de la misma manera en la que siento mi corazón a punto de salirse del pecho. Una reacción tan pacífica de mi madre no es nada bueno, definitivamente.

--Creo que debería irme a casa antes de que tu madre se cabree más-el rubio rompe el pequeño silencio que se había instalado entre nosotros.

Asiento con la cabeza en un suspiro y me abrazo a él con fuerza, llevándome a mí misma la contraria de que debería irse. Apoyo mi mejilla en su pecho y él rodea mi espalda con sus brazos, demostrándome las pocas ganas que quiere de que esto sea así, pero tampoco queda otra. Sube mis manos por mi espalda hasta poder dejarlas en mis mejillas y las acaricia con sus dedos pulgares. Su cara parece volverse más roja a cada segundo, pero supongo que se traga la vergüenza y se atreve a unir nuestros labios, haciendo que encajen al segundo. Está claro que no es la misma clase de beso de ayer, totalmente desastroso y tembloroso, con un montón de ojos mirándonos. Ahora los únicos ojos que me miran son los suyos en cuanto nos separamos con cuidado.
Ninguno de los dos dice nada, pero solo con mirarnos sabemos que hay implícito un "Te quiero". De nuevo suspiro y él deja un beso en mi frente con cuidado.
Bajamos las escaleras casi de puntillas, como si cualquier mínimo ruido fuera a desatar el huracán que está por llegar y nos acercamos a la puerta. Mi madre debe de haber comentado lo que ha visto (aunque seguro que adornado con cosas como "Estaban sin rompa" o algo así) ya que no se oye nada en toda la casa más que los sonidos habituales: el sonido de la tostadora avisando de que ya están hechas las tostadas, el microondas pitando, mi hermano soltando un bostezo cansado y mi padre pasando las hojas del periódico con parsimonia.

--¿Nos vemos luego?-pregunta en voz baja una vez he abierto la puerta.
--Si no deciden castigarme hasta que se vayan o incluso hasta después de ello, sí-respondo esbozando una sonrisa débil, que es devuelta por una llena de pena.
--¿Prefieres que me quede contigo? Así a lo mejor no te regaña tanto.
--No, no creo que fuera a arreglar nada. Pero gracias por el ofrecimiento.
--Entonces hasta dentro de un rato-me dedica una sonrisa algo más amplia, pero todavía apenada, supongo que por el hecho de irse, o por dejarme sola, o porque no me vaya con él, o porque sabe que me van a echar una chapa buena.
--Hasta entonces-me acerco a él para dejar un suave beso en sus labios, que pretendía ser corto, pero aparentemente no es un chico de besos cortos, ya que de nuevo me coge por la cintura y evita que me separe de él.
--Te quiero-susurra contra mis labios, antes de separarse ligeramente.
--Y yo a ti...un poquito-sonrío divertida mientras me separo de él.

Él niega con la cabeza divertido y se da media vuelta, dispuesto a irse a casa, con las manos en los bolsillos tal y como pretendía irse ayer, pero ahora lo hace con una sonrisa, una que sé que lleva partiendo su rostro de lado a lado aunque no le esté viendo nada más que la espalda. Espero hasta que solo veo de él una pequeña mancha al final de la calle y acto seguido cierro la puerta.
Cojo aire, cierro los ojos y me preparo para lo que tenga que pasar. De esta manera camino hasta la cocina, donde puedo ver como todos están sentados en la mesa. En cuanto pongo un pie en la estancia, todas las miradas se dirigen a mí: la de mi hermano a través de sus gafas, con una sonrisa ladeada y una ceja alzada, que tiene toda la pinta de estar diciéndome "Te la has cargado con todo el equipo; mi padre por encima de las gafas de lectura y al mismo tiempo por encima del periódico, transmitiéndome más o menos lo mismo que mi hermano, sin querer meterse mucho en el asunto; por último mi madre, que frunce el ceño y parece querer mirar detrás de mí, como si no se creyera que Niall se ha ido.
Decido sentarme en la silla que está junto a la de mi hermano, viendo mi taza de leche con Cola Cao y unas tostadas, me sorprendo al ver como a mi lado queda un sitio libre, donde también hay un desayuno preparado. Así que esperaban que Niall desayunara, supongo que para echarle la bronca junto a mí, así por ser igualitarios.Por un momento, parece que va a ser un desayuno normal y corriente, silencioso, pero al menos sin problemas, hasta que claro, se le ocurre abrir la bocaza al monicaco que tengo como hermano.

--Así que...una noche ajetreada...

Le pego una patada por debajo de la mesa mientras bebo de mi taza. Con el tiempo he adquirido la suficiente práctica como para hacer ambas cosas al mismo tiempo, y él, como no, a fingir lo suficiente como para que mi padre me mire con una ceja alzada. Esta vez no es ninguna excepción.

--Tu hermano no ha dicho ninguna mentira-mi madre mete baza, cómo no, mirándome con ambas cejas alzadas, esperando que confiese. Como si anoche me hubiera dedicado a robar bancos o a asesinar a gente.
--No pasó nada-me excuso.
--Pero estaba en tu cuarto-mi madre continúa. 

Mi padre y mi hermano parece que se retiran de la conversación, centrándose en sus desayunos respectivos. Mi hermano todavía sonríe divertido, y sabe perfectamente que esta se la devolveré, puede que no hoy ni mañana, pero se la devolveré...

--Bueno, tú también has estado en mi cuarto, y papá, y Javier, incluso Martha... ¿eso significa algo?
--Lo de Martha no lo pondría yo tan en duda...-mi hermano masculla, y de nuevo le doy una patada.
--¿Envidia de que me hable a mí más que a ti?-le pregunto con una falsa sonrisa. Él admite su derrota sentimental con Martha, sus celos y se calla de nuevo.
--No es lo mismo-mamá continúa, puedo ver cómo un ceño fruncido empieza a surcar su frente.
--¿Por qué no?-me encojo de hombros, como si nada, porque esa es la verdad: no tiene la menor importancia.
--Habéis dormido juntos.
--¿Y qué? ¿Acaso ahora no se puede dormir en esta casa?
--No con un chico al que has conocido hace dos días, si es que acaso llegan a ser dos días-siento como la voz de mi madre comienza a elevarse, producto del enfado. En cualquier otra circunstancia incluso podría haberme achantado o incluso asustado, pero esta vez solo me molesta.
--¿Acaso importa cuando le haya conocido? Que por cierto, fue hace más de dos días. Ahora es mi pareja y punto, si quiero dormir con él, voy a dormir con él.
--Claro, y la mañana que te levantes con un bombo y él se haya largado, pues también ¿no? Todo bien, vale.
--En primer lugar, solo hemos dormido. Solo dormir. Ya está, deja de ser una histérica-espeto, sintiendo el enfado subir desde mi estómago hasta mi pecho-En segundo lugar, dudo bastante de que él vaya a dejarme, y mucho menos en caso de haberme dejado embarazada.
--Tú eso no lo sabes.
--Bueno, tú tampoco.

Mi madre se levanta de la mesa, arrastrando la silla y dando un golpe contra la mesa. Imito su gesto, retándola con la mirada, pero ella solo aprieta los dientes y se va hacia el salón. Por mi parte me quedo callada, de pie frente a la mesa de la cocina. Miro a mi padre que rápidamente esconde la mirada tras el periódico y acto seguido a mi hermano, quien está todavía centrado en su desayuno, con el ceño algo fruncido, supongo que todavía algo molesto por haberle restregado lo obvio. Al ver que ninguno de los dos va a decir nada más, yo también salgo de la cocina. 
Subo a la habitación y rápidamente agarro el móvil, pensando en a quien llamar para desahogarme, para convencerme de que ya queda poco, de que se van a ir y me van a dejar sola, de que no voy a tener que soportar mucho más tiempo todo esto y de que no merece la pena ponerse como un basilisco por esto. Pienso en llamar a Niall, pero no sería justo cargar contra él, mucho menos después de todo lo que le he liado, con Harry no tengo suficiente relación, mucho menos con los otros tres, así que mi mejor amiga es la solución. Tarda en cogérmelo, y cuando lo hace, no me da la mejor de las noticias.

Narra Martha.
Y aunque él no lo vea, o no lo sienta, yo tengo la seguridad de que esta ha sido la definitiva.
Si es que de verdad siente algo por mí más allá de la amistad, no lo está demostrando, porque sí, está muy bien que tu pareja sea tu mejor amigo, que puedas contarle lo que sea, reíros de las mismas tonterías y pasasle el día haciendo la nada o haciéndolo todo y sentiros cómodos; pero no...no esto... Casi parece que él no quisiera esta relación, que se había confundido conmigo, que en realidad solo quería que fuéramos amigos, pero que por no perderme, dijo que me quería y que quería esto, y está claro que se equivocó.
Sentados en la cama de su habitación, él tiene entre manos un libro. Lo lee tranquilo, como si nada hubiera pasado, yo solo le observo, esperando que diga algo, que me diga lo que ya sé: que estoy se ha acabado, al menos de manera sentimental. Pero nada. Él y ese libro que ni siquiera sé de quien es o de qué va.

--Harry...-le llamo, y él aparta su mirada del libro para ponerla en mí, esperando a que prosiga. Cojo aire, lo suelto y en el proceso me atrevo a decir-¿Quieres que cortemos?

Veo cómo él frunce su ceño mientras cierra el libro. Se incorpora en la cama, sin dejar de mirarme de esa manera y deja el libro a un lado. Parece estar procesando las palabras, esas simples palabras que a mí me han roto por dentro, pero que he controlado para que salgan lo más neutrales posibles.

--¿Quieres romper?
--No, no he dicho que yo quiera-aparto la mirada, llevándola al edredón de la cama, ese que he visto pasar de Winnie de Pooh a Spiderman y de Spiderman a este color oscuro y liso. De nuevo tengo que coger aire y al mismo tiempo valentía para continuar la frase-He preguntado si tú quieres hacerlo.
--¿Por qué querría hacerlo?-aunque no le vea, sé que debe de estar mirándome confundido.
--Porque...bueno... No sé, antes sólo éramos amigos y...de repente resulta que sientes algo por mí, justo después de haber roto con una novia de la que no me habías hablado nunca. Es...un poco extraño ¿sabes?
--No, no...yo... no es eso, es solo...-balbucea, sin llegar a decir nada claro, pero yo le evito el mal trago, porque a pesar de todo, mis sentimientos sí que son reales.
--Oye, que no importa-trato de sonreír, mientras alzo la mirada para poder verle-Seguimos siendo amigos y ya está ¿vale?
--¿Y ya está?-sus ojos se abren por la sorpresa-¿No...no te importa?
--Bueno, no voy a a hacer una fiesta para celebrarlo...-trato de sonar sarcástica, pero no me sale tan natural como a Ane, mucho menos en estas circunstancias-Pero no quiero que estés saliendo conmigo si no es lo que quieres.

Por un momento ninguno de los dos dice nada. Él agacha la mirada, mordiendo su labio inferior, y yo trato de mantener la compostura y no derrumbarme delante de él.
En el fondo, me esperaba que esto acabase así, no tan pronto, pero al fin y al cabo así.

--Dios, eres la mejor-es lo único que dice.

Se acerca a mí y me da un gran abrazo, uno el cual devuelvo, sintiendo las lágrimas llenar mi ojos, pero no dejo que ninguna salga. Apoyo mi nariz contra su hombro, sintiendo su perfume de siempre, de ese que, al igual que su edredón, ha ido cambiando y madurando a través de los años, pero que no quita que sea 100% Harry.

--¿Entonces todo está bien? ¿No estás enfadada?
--No, claro que no-la voz se me parte un poco y eso hace que él se separe de mí para mirarme con tristeza. De todas maneras yo intento sonreír.
--Oye...no estés triste-me susurra, acariciando mi mejilla-No significa que no te quiera más que como a una amiga, lo hago ¿sabes? Pero... es un poco complicado.
--Ya, prefieres a la rubia de la foto-respondo con voz ahogada, aún tratando de sonreír-No importa.
--No es que la prefiera...
--De verdad que no importa-le interrumpo-Así está bien, solo...solo hagamos como si no hubiera pasado ¿está bien?
--Lo intentaré.

De nuevo se hace el silencio. Su mano todavía acaricia mi mejilla con suavidad, como si fuera a romperme, como si fuera a hacerlo físicamente, porque está claro que emocionalmente, me acaba de derrumbar. De nuevo suspiro, negando con la cabeza, tratando de recuperar la compostura.

--Creo que me voy a ir-digo finalmente.
--Marth...-susurra algo dolido.
--Necesito...despejarme un poco ¿vale? Luego nos vemos-respondo mientras me levanto de la cama, sintiendo como se me acaban las fuerzas y no seré capaz de aguantar sin venirme abajo por mucho más tiempo.

Antes de que pueda salir de la habitación, él coge mi mano y hace que me detenga. Antes de que pueda quejarme, de que pueda pedirle que me suelte, me gira hacia él. Y antes de que pueda pedirle que deje de hacerme esto más difícil, él une sus labios a los míos de manera breve, dulce y dolorosa. Las primeras lágrimas ya empiezan a salir de mí. Reúno toda la fuerza de voluntad posible y me separo de él. Sin esperar a que pueda decirme algo, salgo de la habitación, y segundos después de su casa.
Camino rápido por la calle, abrazándome a mí misma a causa del frío que siento tanto dentro, como fuera de mí. Pienso en distraerme con algo, al menos hasta llegar a casa, hasta estar sola y no en medio de la calle para ponerme a llorar como una descosida.
Abro twitter de nuevo encontrándome con esas fotos de "Ane y Niall" que todavía dudo que sean reales, más el añadido de algunas nuevas, según dicen, de esta misma mañana. Ambos dos en la puerta de la casa de mi mejor amiga (¿eso no es invasión de la intimidad?) él todavía en traje, el mismo con el que se supone que salió ayer, y ella en pijama. Debo admitir que si son edits son bastante reales, por no decir exactos, ya que sé perfectamente que ese es el pijama de Ane, tan claro como que yo se lo regalé. Miro confusa las fotografías, tratando de ver algún fallo garrafal (como una mano que no encaje, luces distintas, cambio de color en alguna parte donde ellos se unen...) pero nada, parece que todo es...normal, que es una foto de verdad, y que ellos...pues se han besado esta mañana en las puertas de su casa, con todo el cariño y la dulzura del mundo.
¿Será posible que haya pasado algo entre ellos y Ane no me lo haya dicho? Al fin y al cabo, ya sé que no es sincera conmigo al 100%, pero oye, que salir con Niall Horan es algo muy importante, y algo que se sabe al minuto cero, que no se puede ocultar, y menos a una mejor amiga. Antes de que pueda tan siquiera salir de twitter, veo como aparece una foto tonta que me hice con la aludida hace tiempo y de inmediato sé que me está llamando. Lo cojo extrañada, ya que ella no suele llamar si no es por algo realmente importante.
Me planteo que tan siquiera la voz vaya a salir de mí.

--¿Ane?-pregunto, en efecto, con apenas un hilo de voz.
--¿Te he despertado?-pregunta, con un tono de voz bastante más alto y potente que el mío, casi puedo jurar que está cabreada, bastante además.
--No...no me has despertado-susurro.
--¿Pasa algo?-su voz se suaviza visiblemente, denotando preocupación-¿Ha pasado algo?

Me tengo que detener en medio de la calle, agradeciendo que no haya demasiada gente. Limpio las lágrimas silenciosas que en algún momento han empezado a deslizarse sin mi permiso por mis propios mejillas. Aprieto los brazos en mi propio cuerpo y de nuevo, trato de no romperme en mil pedazos donde todo el mundo puede verme, donde podrían hacer fotos y sin lugar a dudas, llegar a la conclusión de que Harry y yo ya no estamos juntos.

--He roto con Harry.



domingo, 17 de marzo de 2013

Capítulo 19. Prueba de amor.

Narra Ane.
Los ojos castaños de mi madre se clavan en mí, con una ceja alzada. Sus brazos cruzados sobre su pecho. Todo ella rezuma un "Vamos, suéltalo" que decido ignorar, ya que una parte de mí sabe por dónde va a ir esta conversación, y la verdad no me gusta.
Niall. Niall va a ser la pregunta (o el motivo de mi regañina, no lo sé todavía).
Es el primer chico con el que he salido desde mucho, aunque si bien es verdad es el único que me ha insistido tanto tiempo como para llamar mi atención.
Mi familia no se encuentra al tanto de lo ocurrido con Adam, aunque debo de suponer que tienen que tener una ligera idea, ya que de la noche a la mañana me cerré en mí misma, con la excusa -y la esperanza- de que nadie volviera a hacerme daño, incluida mi propia familia.
No es que tengamos una mala relación, simplemente estoy en esa etapa adolescente de "Todos me molestáis", por lo que ellos van por su lado -incluido mi hermano- y yo voy por otra. Ajena a ellos y ellos ajenos a mí. Y tampoco me molesta.
Aún así, mi madre siempre ha sido de esas madres que quieren saberlo absolutamente todo, pero de las que no preguntan, sino que más bien dejan caer indirectas muy directas.
Al menos así había sido hasta este momento.

--¿Y ese chico?

Ahí está la esperada pregunta. ¿Y ese chico? ¿No había otra manera de dejarlo caer? pienso rodando los ojos en mi mente, ya que si los ruedo frente a mi madre me arriesgo a un buen castigo.
Decido escoger la técnica de hacerme la sueca, para poder seguir esta conversación.
Enarco una ceja y la miro con cara de no comprender.

--¿Niall?-contesto con fingida confusión-¿Qué le pasa?

Ella parece pensárselo por unos segundos antes de responder.

--Os habéis besado.

De nuevo en mi mente ruedo los ojos. No me digas que nos hemos besado, y yo que no me había dado cuenta...

--Lo sé, estaba allí cuando ocurrió-trato de decir con un tono divertido, ocultando el irónico que lucha por salir de mí.

Mucho más cuando veo como mi madre frunce el ceño, manteniendo los brazos sobre su pecho. Sí, allá vamos de nuevo, otra vez la conversación, la misma que tuvimos hace casi dos años. Gracias a Dios que ya sé de qué va todo esto.
No puedo evitar un resoplo molesto. Sé que no vamos a llegar a ninguna parte con bromas y buen humor, así que decido coger el toro por los cuernos.
Sus ojos siguen puestos en los míos, con una expresión dura que sostengo e imito mientras hablo.

--¿A dónde quieres llegar?-pregunto sin más.
--Tú te das cuenta de que nosotros nos vamos a ir ¿cierto?-me explica como si tuviera alguna discapacidad, mental o auditiva, no sé. Yo asiento con la cabeza, sin dejar salir mis pensamientos sarcásticos-Vas a estar sola, aquí en Inglaterra, mientras nosotros estamos a casi dos mil kilómetros de distancia-continúa con su explicación. De nuevo asiento con la cabeza, cada vez sintiendo más incontrolables mis pensamientos-Obviamente no habrá quien te vigile, porque técnicamente eres mayor de edad y no lo necesitas.
--¿Y qué?-de nuevo pregunto con bastante rudeza.

Ella es la que acaba por rodar los ojos. Sí, ella puede hacerlo y yo no, ¿la igualdad dónde quedó?

--Ya sabes lo que quiero decir-dice con indiferencia.

Y esta vez al hablar, alza ambas cejas, dándome por supuesto lo que piensa que vamos a estar haciendo Niall y yo en esta casa en cuanto ellos se vayan.
Cojo aire y trato de controlar el sonrojo que sube a mis mejillas por su -de nuevo- indirecta muy directa.

--Ya sé por donde va la cosa-contesto sin querer escuchar-Le he besado, eso es todo. Nos...bueno, nos gustamos. Pero no vamos a ir por ahí revolcándonos-casi escupo las palabras-Tengo dieciocho años, soy adulta y consciente de todo ¿vale? Me has estado dando"la charla" durante los últimos cuatro años ¿No crees que ya es suficiente?

Mi madre ni siquiera se sorprende o se molesta por el tono con el que la he hablado, ya que al fin y al cabo siempre acabamos hablando así la mayoría de las veces. Muy en el fondo, sé que solo lo está diciendo para protegerme y evitar que tengamos algún accidente -igual que lo tuvo ella hace dieciocho años, ya que solo tenía dieciséis cuando me tuvo- pero la verdad es que no me gusta hablar de estas cosas con mi madre, ni con nadie básicamente, así que me molesta que, aún después de cuatro años recordándome lo mismo y causándome la consecuente vergüenza, siga haciéndolo.

--Solo quería que quedase claro-responde sin más, alzando sus manos en señal de derrota.
--Está claro, muy claro ¿puedo irme a dormir ya?

Ella se aparta de las escaleras y yo subo casi huyendo hasta mi cuarto, sin querer saber más del tema por un largo, largo tiempo.
Me pongo el pijama con rapidez y me tumbo en la cama, pensando en las palabras de mi madre aún... ¿Es que se piensa que ya no soy virgen? Y si lo piensa ¿por qué es así? Nunca he traído a nadie a casa como para que lo crea, y tampoco es como si estuviera todas las noches saliendo de fiesta en fiesta como para que hubiera ocurrido, ¿entonces? ¿por qué del que lo suponga?
Mis preguntas sin respuesta se quedan en el aire cuando escucho un sonido débil que me saca de mis pensamientos. Me levanto de la cama algo extrañada para agudizar el oído y así darme cuenta de que es alguien tirando piedras a mi ventana.
Ahí queda el cliché de historia tonta de amor adolescente, y para rematar, un rubio es el que está bajo mi ventana, con sus mejillas rojizas por el frío, al igual que su nariz. Sus grandes ojos azules observándome y una sonrisa nerviosa en sus labios rosados.

--¿Niall?-susurro alucinada-¿Qué haces aquí? ¿Se te acaba de ir la cabeza o algo?

Él solo deja salir una ligera risa de sus labios- producto de los nervios- antes de responder.

--Es que...tengo una pregunta-admite, y desde aquí, puedo notar como su muerde su labio inferior-Ane...tú ¿quieres...? Um...¿querrías...? ¿Tú...? ¿Yo...? Quiero decir...
--Oh Dios...-murmuro cerrando los ojos y llevando la palma de mi mano a la cara.
--¿Quieres ser mi novia?

La pregunta llega de golpe, y ante eso, abro los ojos algo sorprendida para mirarle fijamente y ver como sus mejillas se encienden aún más de lo que ya estaban.
Por otra parte, creo que las mías también están algo coloreadas, pero a diferencia de él, que se ve ansioso y asustado por mi respuesta, yo solo sonrío con cierta diversión.

--Por supuesto que sí ¿aún te quedaban dudas después del beso o qué?-digo sin poder evitar una pequeña risa, que provoca que él sonría ampliamente.

Desde aquí puedo ver como sus preciosos ojos azules se muestran aún más brillantes de lo que recordaba, solo por la ilusión de mis palabras.

--¿Siempre te gusté?-de nuevo pregunta.
--Eso ya son dos preguntas-digo con ambas cejas alzadas.
--Bueno...me gustaría saberlo...

Resoplo apoyándome en el marco de la ventana, sin gana alguna de responderle a esa pregunta. Aunque como no admitirle algo que realmente quiere y puede que necesite con toda desesperación, oír.

--Sí, sí me gustaste desde el principio, desde que me tiraste al suelo-admito en voz baja, con intenciones de que no me oiga, aunque para mi desgracia no es así, ya que de nuevo me pregunta.
--¿Y por qué me odiabas?

Tengo que detenerme un momento para pensar mis palabras. Muerdo mi labio inferior y cierro mis ojos por un segundo. No puedo meter la pata en esta frase, porque podría llegar a acabar mal.

--Porque no quería...interesarme en alguien otra vez-admito con algo de miedo de haberla cagado.
Él también se detiene un momento a pensar, supongo que en otra pregunta. Frunce el ceño con la vista hacia el frente antes de alzar la mirada para volver a ponerla en mí.

--¿Y el beso del parque? ¿No querías que ocurriese?
--Si quería...pero...no quería aceptar que me...atraías.

Está claro que estoy apartando la palabra "amor" todo lo lejos que me es posible, y sé que él se da cuenta, pero no parece darse por vencido. Y me alegro de que no lo haga.
No puedo evitar una ligera sonrisa.

--Esto ya son muchas preguntas, ¿eh?-digo con un tono mucho más desenfadado.
--Solo una más-me pide con el principio de un puchero que provoca que mis ojos rueden.
--Está bien-respondo con condescendencia fingida.

Una gran sonrisa se extiende por su rostro, mostrándome sus dientes descolocados. Un hormigueo me sube por la espalda y tengo que sacudir mi cabeza con la idea de que esa sensación es producto de mi cabeza.
Sus grandes ojos azules están fijos en mí, como si no hubiera otra cosa mejor que admirar en este mundo.

--¿Puedo subir?-su voz suena tan suave y dulce que me lleva unos segundos comprender su significado.


--¿¡Qué?!-exclamo con una mueca de confusión-¿Para qué?
--Porque...eh...quiero estar contigo-admite en tono balbuceante.
--Tú sabes que mis padres pueden matarte si te ven en mi cuarto a estas horas ¿verdad?-digo con un ligero tono de histeria que no sé de dónde sale.
--Pero...¿por qué? Solo voy a estar contigo-dice un tanto confuso.
--De verdad...que eres de lo que no hay-confirmo con un suspiro.
--¿Eso significa que puedo?

Su sonrisa divertida me da a entender que él no entiende el porqué de mi preocupación, ni mucho menos de mi histeria: Adam.
Niall no es así me recuerda una vocecita pequeña en el fondo de mi mente. Suspiro con una mueca incontrolable al pensar en la bondad, incluso ingenuidad del rubio, y no me permito juzgarle solo por tener pene.
Por otra parte, me paro a pensar en la probabilidad de que mis padres nos encuentren, pero aunque nos encontraran...¿qué? Solo vamos a estar juntos, y ya está, sin cosas raras ni más intenciones. Porque si piensa en otras intenciones le echo a patadas, eso está muy claro.

--Sí-contesto finalmente. Su sonrisa aún más amplia, si es que eso es posible-Pero...
--¿Pero...?

Muerdo mi labio y trato de sonreír de manera inocente.

--Por el árbol.
--¿Qué?-su voz demostrando la completa alucinación-¿Estás de coña?
--No-respondo sin poder evitar reír por lo bajo-Sube por el árbol-insisto.
--¿Por qué no puedo entrar por la puerta?-pregunta con el ceño fruncido.
--Porque...¿es una prueba de amor?-digo divertida.

De nuevo él me mira con esos ojos grandes llenos de ilusión, sin un motivo aparente, al menos hasta que repaso la anterior frase en mi cabeza. Prueba de amor. Amor. Mierda.
Para cuando intento decir de nuevo la frase, aclarando el concepto que tanta felicidad le provoca, él ya está colocado debajo del árbol observando las ramas por las que puede o no subir.
Se arremanga y, con completa cara de concentración, se pone a escalar.
No es que el árbol sea muy alto, pero al fin y al cabo, es un árbol y no es cosa fácil. Afortunadamente no llega a caerse en ningún momento, aunque las posibilidades de que hubiera podido pasar son bastante altas. No puedo dejar de pensar en que se está arriesgando a romperse una pierna, un brazo o incluso la cabeza, solo por mí, porque le he dicho que es una prueba de amor.
Me parece que no voy a acabar bien. Otra vez.
De repente, parece dar un salto que hace que se quede con medio cuerpo dentro de mi cuatro y medio fuerza.

--Eh...¿una ayudita?-pregunta sin perder ese fantástico humor que siempre es acompañado por una sonrisa.

Me tiende una mano y yo la cojo antes de tirar con fuerza para que no se caiga al jardín en el último segundo. Para mi mala -o buena- suerte, acabo cayendo de culo en el suelo, y él sobre mí.
Siento su entrecortada respiración por el esfuerzo, chocar contra mis labios. Su nariz apenas roza la mía. Sus grandes ojos azules me intimidan por el intenso cariño y amor que me muestran.
De nuevo el hormigueo que sube por mi espalda. Esta vez, decido ignorarlo. Tengo cosas más increíbles a las que prestar atención.

--Hola-susurra con voz tranquila.
--Hola-contesto de la misma manera, algo divertida.
--¿He superado la prueba?

Muerdo mi labio inferir tratando de no sonreír, aunque creo que no funciona, ya que su sonrisa de nuevo se extiende por su pálido rostro.
Asiento con la cabeza y eso es todo lo que él parece necesitar.
Durante unos segundos solo hay silencio en la habitación, y entre nosotros. Su cuerpo sigue pegado al mío con completa gentileza, sin aplastarme o resultarme agobiante, pese a que sienta cada parte de su anatomía contra mí. No me molesta. No me da ganas de gritarle o echarle a patadas, tan solo de sonreír.

--¿Qué es lo que me estás haciendo?

La pregunta escapa de mis labios sin poder evitarlo. Rezo porque no me haya escuchado, pero sinceramente sé que es imposible. Sin embargo, él no responde de inmediato.
Pasan unos segundos en los que solo escruta mi rostro, con total tranquilidad, como si buscara algo que estando a más distancia no pudiera ver.

--Creo que eso debería preguntártelo yo a ti-responde.

Y por primera vez, no hay una sonrisa en su cara; ni tímida, ni nerviosa, ni llena de ilusión. Nada. Pero tampoco está serio o me mira con alguna clase de enfado. No. Me mira con ojos serenos, todavía buscando algo, esta vez dentro de mis ojos.
Una de mis muchas manías es que no puedo sostener la mirada de nadie, por intimidación o por vergüenza, no lo sé, pero no soporto tener los ojos de alguien puestos en los míos. Y ahora me encuentro conmigo misma, tirada en el suelo de mi habitación, sin poder dejar de observar esos orbes azules que me hacen sentir única en este mundo.
El cosquilleo que sube por mi espalda parece haberse evaporado, dejando paso a una sensación de embriaguez que no me gustaría dejar de sentir.

--Yo no estoy haciendo nada-me atrevo a decir, con el miedo de que eso pueda acabar con nuestra conexión.
--Lo haces-contesta aún tranquilo, con expresión serena y algo confusa-Me estás haciendo caer.

Y no puedo responder, porque sé perfectamente a lo que se refiere. Siento como mi rostro hace una mueca involuntaria que, junto con la evasión de su mirada, rompe la conexión formada entre nosotros.
A él no parece molestarle, todavía se encuentra tranquilo. Lleva una de sus manos a mi rostro, aún sujetando la mayor parte de su peso con la otra y con sus piernas, acaricia mi mejilla con cuidado, y siento que sus ojos buscan los míos. Lo siento en mi pecho, palpitando como si Niall fuera el único que pudiera controlarlo. Lo siento en mis huesos, que parece que tiemblan. Lo siento en mi piel, que quema de una manera dulce y atrayente con su débil toque. Siento en cada molécula de mi ser, cómo él ansía que volvamos a tener esa conexión tan profunda, que nos ha hecho caer por un momento a ambos, pese a que yo nunca vaya a admitirlo en voz alta.

--¿Para qué querías subir?-pregunto en voz baja. Mis ojos todavía esquivando los suyos por miedo.

Sí, por miedo, por miedo a volver a encontrarme perdida en él, y por tanto, a su merced para que haga conmigo todo lo que se le antoje, entre lo que se incluye jugar conmigo, usarme, engañarme, romperme, como otro ya hizo en su momento.

--Para estar contigo-contesta en un susurro.

Su cálido aliento todavía chocando contra mis labios, haciendo que éstos ardan de necesidad por los suyos.

--¿No estuvimos juntos apenas hace quince minutos?-pregunto una risa nerviosa.

No me incomoda el hecho de que su cuerpo esté sobre el mío, ni que su mano dulce y cuidadosa roce mis mejillas con gentileza, tampoco me importa que su pecho choque contra el mío cada vez que parece robarme el aliento con una exhalación. Lo único que me molesta y preocupa es alzar la mirada y encontrarme con sus ojos.
Doy por hecho que él lo comprende, ya que deja salir un suspiro de rendición mientras se aparta con cuidado de encima de mí, aunque tampoco se aleje, solo se queda tumbado a mi lado.

--Te echaba de menos.
--Oh.

De nuevo nos quedamos en silencio. No sé si a él le resultará un silencio cómodo, pero definitivamente para mí no lo es. Siento que me presiona el pecho y me quita el aire de una manera angustiosa.
Giro mi cabeza lentamente, solo por saber si tiene expresión de molestia, si se ha quedado dormido o si tan solo sigue aquí.
Su cabeza reposa sobre su brazo derecho doblado. Su expresión es tranquila, como si tan solo estuviera esperando...algo. Su mirada puesta en el techo, como si fuera lo más interesante del mundo, al menos hasta que parece que siente mi mirada puesta en él, escrutándole sin pudor alguno. Entonces su rostro se gira hacia mí. Sus ojos de nuevo cautivándome y llevándome a algún lugar lejos, muy lejos de aquí. Su pelo rubio cae por su frente. Su sonrisa aparece bajo esas mejillas que se tornan algo rojizas.
Otra vez me ha cogido y me ha llevado a ese lugar que hace que mi respiración se me antoje incluso molesta, y en este momento, espero que nunca deja de hacerlo.
Me coloco de medio lado, sin separar un momento mis ojos de los suyos. Él imita mi gesto, quedando nuestras narices a apenas un centímetro de acariciarse.

--Hola de nuevo-es lo único que dice con esa tranquila sonrisa.

Y una parte de mí quiere gemir a disgusto (claro, no iba a ser de otra manera). La frustración y el miedo me recorren, y me da igual, porque la serenidad y el alivio son superiores.
No respondo a su saludo pero me acerco el centímetro que nos separa. Me acomodo de manera que su barbilla quede por encima de mi cabeza. Mis ojos ahora lo único que pueden ver es su cuello, pero mis manos -colocadas de manera suave sobre su pecho- pueden sentir su corazón latiendo con premura, causando una sonrisa involuntaria en mi cara.
Sin ser necesario decir nada, él me rodea con sus brazos, dejándome pegada a él, pudiendo así escuchar los latidos cada vez más tranquilos y acompasados contra mi oído.
Estás cayendo. Estás cayendo mucho más profundo que con Adam. Para ahora que puedes me repite mi parte racional una y otra vez, pero mi corazón solo responde Sus latidos van al mismo ritmo que el mío.

Narra Martha.
Me maldigo una y mil veces mentalmente por haber dejado la persiana abierta: ahora el sol me da en toda la cara. Me doy media vuelta, escondiendo mi cabeza bajo la almohada, pero siento como si el sueño se hubiera esfumado.
Gracias ventana, me haces madrugar en vacaciones pienso mientras me acaricio la cara para terminar de despertarme.
Agarro mi móvil de la mesilla con la mano libre y de inmediato me meto en twitter, solo por curiosear antes de bajar a desayunar. Entonces es cuando encuentro varias docenas de fotos de un beso entre Ane y Niall. Parpadeo un par de veces, solo por asegurarme de que no estoy durmiendo y de que realmente son ellos los de las fotos. Y sí, podría decir que es un montaje, que no son ellos realmente, pero ¿quién iba a hacer un montaje de algo así? y si lo hicieran, ¿cómo habría fotos tomadas desde todos los ángulos posibles.
Trato de buscarle una lógica, porque no sería normal que primero ella le tirase un café y le puteara, y que luego fueran a cenar juntos, pasearan por la calle y luego se besaran en el jardín de ella. No, ningún sentido, pero así parece ser.
Decido dejar pasar el extraño suceso, aún sin estar muy segura de su veracidad.
Desayuno, me arreglo un poco y salgo hacia la casa de Harry, solo para ver cómo se encuentra. Y como se encuentra, obviamente, es el calzoncillos aunque esté con gripe y prácticamente en una fría calla londinense invernal.

--¿Estás tonto?-es lo primero que se me ocurre decir-¿Tienes gripe y abres la puerta sin ropa?
Veo como rueda los ojos tanto que parece que se le van a salir de sus órbitas antes de responderme con sequedad.

--Pareces mi madre.

Y admito que me duele su tono. Últimamente es el tono que se ha instalado entre nosotros. No sé si por su malestar, no sé si porque simplemente ninguno estamos de humor y a la mínima saltamos, no sé si es porque quizás pasemos demasiado tiempo juntos o porque a veces simplemente nos tratamos como si fuéramos amigos. Solo amigos. Otra vez.

--Solo...me preocupo-admito en un tono que no camufla mi dolencia-No quiero que te pongas peor.

--Lo sé-responde con un resoplo. Parece que hoy se ha levantado de mal humor, directamente-Pero...me gustaría estar más con mi novia y menos con mi madre.

De nuevo su comentario duele, pero lo esquivo tan bien como puedo.

--Vale, lo siento ¿Te encuentras mejor?
--La verdad es que sí-responde encogiéndose de hombros.

Hace un gesto con una mano para que pase dentro junto a él.

--¿Y qué haces sin ropa?-pregunto mientras me quito el abrigo y lo dejo colgado en el perchero que hay en la entrada.
--Acabo de ducharme-confirma con una sonrisa débil, que pronto parece llenarse de malicia.

Antes de que pueda reaccionar, sacude sus rizos en mi dirección, haciendo que cientos de pequeñas gotas caigan sobre mí.

--Vale, me lo creo-contesto apartándole de mí con diversión.

Él responde a mi risa. Su anterior mal humor ya parece del pasado. Nos encaminamos a su habitación mientras seguimos hablando.

--¿Has visto los montajes que hay por twitter?
--¿Montajes? ¿De qué?-pregunta sin mucho interés mientras pasamos a su habitación, completamente ordenada.
--De Ane y Niall-contesto con simpleza, aunque por dentro solo esté muriendo de curiosidad por saber si es verdad o no-En algunas están cenando, en otras paseando...hay algunas en las que se besan...
--¿Y no puede ser verdad?-pregunta mientras se sienta en la cama.

Yo me quedo de pie frente a él, analizando una vez más su anatomía de la manera más delicada y poco llamativa que puedo.

--No lo creo, ayer se besaron accidentalmente-respondo subiendo mis ojos de su pecho, todavía no muy formado, hasta sus ojos, que me miran con una ceja alzada, más por mis palabras que por mis ojos puestos en él-Te lo resumo: ella se enfada, le tira un café por encima. Él viene a mi casa preguntándome qué es lo que ha hecho mal y lamentándose por haberla besado.
--Dios, qué bruta-es lo único que él dice antes de soltar una risotada que me contagia de inmediato.
--Lo sé-admito, relajando mi risa-Aunque lo que me dejó alucinada fue lo que me gritó por teléfono.
--¿El qué?
--Algo como que los hombre eran pollas con piernas y si les negabas hacerlo te cambiaban por otra o algo así.
--Quizás...tuvo un novio que la trató mal-comenta sin más.
--Me lo hubiera contado ¿no?-pregunto, ahora dudando de su confianza.
--No tiene por qué-dice sin más mientras se levanta hasta el armario.
--¿Cómo que no? Es mi mejor amiga, yo se lo cuento todo y ella a mí. Al menos eso suponía hasta ahora.
--No sé que decirte sinceramente-dice como si le resbalara el tema (cosa que hace)-¿Me pasas los pantalones?-pregunta mientras saca una camiseta, que desliza por su torso.

Miro a mi alrededor en busca de sus vaqueros, dando así con que están doblados en una silla. Los cojo sin mucho cuidado, dando por hecho que los bolsillos están vacíos, cuando una pieza de papel cae al suelo.
Confundida, me agacho hasta recogerla, para dar así con que es una foto, pero no es solo eso: es una foto de Harry, dándose un beso de esquimal con una chica rubia que deslumbra belleza aún cuando se ve que la foto es antigua y está algo arrugada.

--¿Quién es?-susurro sin poder apartar la mirada de la foto.

Él tarda un poco en reaccionar, pero cuando lo hace camina hasta mí. Agarra la foto que hay entre mis manos y la mira con una sonrisa que marca sus hoyuelos. Sus ojos brillan como si estuviera viendo lo mejor que le ha pasado en la vida, y siento como un nudo se me forma en la boca del estómago.

--Es solo...mi ex-responde en voz baja, inmerso en los recuerdos que deben de traerle esa foto. Recuerdos buenos. Recuerdos que le hacen sonreír más que cuando me ve a mí.

Una parte de mí empieza a unir fichas de puzzle que no sabía que estaban desperdigadas, encontrándome así con una pizca de traición, al sentir el porqué de que quizás Harry se encuentre distante y quizás algo arisco conmigo.
Hemos sido mejores amigos desde hace tantos años que ya ni me acuerdo, y sin embargo, nunca me había contado nada de ella, nunca la había mentado, ni siquiera me había dado la sensación de que él estuviera con alguien. Me lo ocultó de todas las maneras posibles.

--¿Todavía guardas la foto en los pantalones?-es lo único que puedo preguntar. Mis garganta cerrada, apenas dejándome pasar saliva.
--Sí-parece que habla divagando, todavía perdido en alguna parte de su pasado-Ella era... especial.
--Y apenas tú y yo tenemos una foto juntos...-la frase escapa de mis labios sin poder evitarlo.

De inmediato, vuelve a la realidad. Deja la fotografía en la cama y se apresura a abrazarme con fuerza, dejándome con la cara pegada a su cálido pecho.

--No te pongas triste-me habla con voz suave y dulce-Tú eres mucho más especial que ella. Si no tenemos fotos juntos es porque preferimos disfrutar el momento en vez de fotografiarlo-me asegura, dedicándome una sonrisa que no llega a ser tan brillante como cuando miraba la foto-Te quiero, solo a ti-y es precisamente en el "Te quiero" que siento que algo falla, definitivamente.
--¿La sigues queriendo?-pregunto sin más, mi voz sonando mucho más hueca e insensible de lo que me esperaba.
--¿Qué?
--¿Soy el clavo que saca otro clavo?-y la pregunta de nuevo saliendo de mí de manera automática, como si no tuviera un filtro que controlara esas cosas.

De inmediato me deja de abrazar. Sus brazos colocándose algo tensos a ambos lados de sus brazos. Su mandíbula algo apretada. Su ceño fruncido visiblemente.
Aquí vamos de nuevo con el berrinche del día.

--¿Me estás insinuando que no te quiero?
--Solo te estoy haciendo una pregunta-respondo con simpleza, ignorando el tono de enfado de su voz.
--¿Piensas que te utilizo?-su voz cada vez aumentando más el volumen. Ya sé cómo va a acabar esto, y todo provocado por una foto que no tenía aparente sentido para él. Solo "aparente sentido".
--No lo sé, por eso te lo pregunto-todavía respondo de manera escueta.
--¡¿Cómo puedes pensar eso?!
--Sigo esperando a la respuesta-mi voz llenándose de acidez provocada por la bilis que sube por mi estómago al sentir que de nuevo, vamos a acabar a gritos, esta vez, por una rubia desconocida.
--¡NO ME PUEDO CREER QUE PIENSES ESO!-y estalla.
--No me grites...-le advierto con voz tensa, pero él ya no hace caso. Como siempre.
--¿¡PIENSAS QUE NO TE QUIERO?!
--Te he dicho que no me grites...
--¡SI FUERA ESO VERDAD NO HABRÍAMOS DURADO NI DOS SEMANAS!
--¡TE ESTOY DICIENDO QUE ME DEJES DE GRITAR!-me defiendo-¡YO SOLO HE PREGUNTADO Y TE HAS PUESTO A LA DEFENSIVA! ¡SI TE HAS PUESTO ASÍ SERÁ POR ALGO ¿NO CREES?!
--¡O SEA QUE SÍ LO PIENSAS!
--¡DÍMELO TÚ! ¡SOLO TE HE HECHO UNA PREGUNTA Y TE ME HAS PUESTO A GRITAR!
--¿¡Y TÚ?!
--¿¡YO QUÉ?!
--¡NO CONFÍAS EN MÍ!
--¡ESTOY EMPEZANDO A DEJAR DE HACERLO!
--¿¡QUÉ PASA?! ¡YA NO ME QUIERES! ¡ES ESO Y ME ECHAS LAS CULPAS A MÍ PORQUE NO QUIERES SER LA MALA!

Esa frase golpea mi pecho de manera rotunda, sonando hueca en mi pecho. Que no le quiero. Que yo no le quiero a él. Después de todos los años que llevo pillada por él, que llevo aguantado que las chicas (y algunos chicos) tonteen con él y él solo les conteste sonriente, que llevo en la zona amiga de la que no se puede salir. Después de todo ello, ¿es él, el que lleva una foto de una ex consigo, el que me dice que yo no le quiero?
Las lágrimas llegan a mis ojos, mezclándose las de rabia, la de impotencia, con las de dolor y traición.

--¿¡QUE NO TE QUIERO?!
--¡ESO ES LO QUE PARECE!

Y entonces, es cuando yo estallo de verdad.

--¡YA ESTOY HARTA! ¡HARTA! ¡MUY HARTA DE TUS ESTUPIDECES DE NIÑATO MALCRIADO!

Aunque muy al contrario que él, yo me arrepiento de inmediato de haberlo dicho, pero tampoco me da tiempo a disculparme. Él habla en un tono bastante fuera de los anteriores gritos, como si estuviera teniendo una conversación banal sobre el tiempo con alguien en un ascensor, solo para rellenar el silencio incómodo.

--Si opinas eso y estás tan harta de mí ¿qué haces aquí?
--¿Qué?-yo también tengo que bajar el volumen, sin embargo, lo hago por la confusión que me crean sus palabras.
--¿Que qué haces aquí si ya no me soportas? Vete, no te necesito.

Y dicho esto, se da media vuelta y prosigue con la tarea de vestirse, ajeno a que yo me he quedado boqueando como un pez, sin poder entender sus palabras.
Para cuando soy consciente de que me acaba de decir que me largue, que no le soy importante, me voy cerrando de un portazo.
Podría decir que me sorprende, pero no, al fin y al cabo todas nuestras discusiones acaban con alguno de los dos diciendo al otro que se vaya y que no le quiere; sin embargo, siento un nudo en la parte baja de mi estómago que me hace sentir como si esto fuera algo más que otra simple discusión.

--¿Otra vez?-una voz baja y dolida me habla.

Me cuesta enfocar, ya que las lágrimas me nublan la vista, pero de inmediato sé que es Anne. Yo solo asiento con la cabeza, una vez más, y ella, de nuevo, deja salir un suspiro mientras llama a la habitación de su hijo.
Nuestras discusiones siempre tienen un mismo patrón: uno de los dos hace o dice algo que molesta al otro. Nos chillamos. Nos insultamos. Nos mandamos a la mierda y a tomar por culo. Decimos que no nos necesitamos y uno de los dos se va de la habitación. Acto seguido, alguien (Anne, Gemma, la hermana de Harry, o alguno de los chicos) tiene que intervenir y hablar con aquel que se ha empezado la discusión. Todo acaba con un abrazo y varios "Lo siento"
Esta vez no es una excepción.
Apenas bajo las escaleras y espero sentada en el sofá durante unos minutos y escucho los pesados y rápidos pasos de Harry bajar por las escaleras. Antes de que me dé cuenta, está cogiéndome con fuerza entre sus brazos y susurrándome lo sientos.
Y de nuevo, ahí está la sensación de que ya no es lo mismo, de que hay algo que realmente va mal entre nosotros.

sábado, 16 de marzo de 2013

Capítulo 18. Una mayor y un pequeño irlandés

Narra Ane
No te enamores. No te enamores. No lo hagas. Solo es un chico más me regaño a mí misma al no poder dejar de admirarle, aunque claro, ¿cómo dejar de hacerlo? si se ve increíblemente perfecto, desde su pelo rubio y desordenado hasta sus zapatos que -al igual que mi vestido- son formales pero informales. Parece que he acertado con el estilo de la ropa, lo cual me hace sentir un poco menos nerviosa, pero aún así, eso ya es demasiado para mí.

--Estás...preciosa-murmura, también escaneándome, haciendo que sienta un pinchazo en medio del pecho que decido ignorar.
--Nada en comparación contigo-admito, pese a que de inmediato me muerda la lengua, pero es que no lo he podido evitar. Mi subconsciente es mucho más poderoso de lo que pensé.
--Gracias-responde en voz baja, con un escandaloso sonrojo en sus regordetas y adorables mejillas-¿Nos....nos vamos?-pregunta amable.
--Sí, sí, claro-confirmo antes de coger una chaqueta fina y salir de casa.

Hacemos el camino a pie, ya que me supongo que no sabe conducir, y en poco tiempo llegamos a un restaurante, que siguiendo nuestra ropa, es formal pero informal, lo cual agradezco, ya que no quisiera desentonar, aunque a lo largo de toda la cena me doy cuenta de que desentonar hubiera sido lo mejor que me hubiera podido pasar, ya que cenamos sin cruzar más de dos palabras para pedir la comida o salir de allí despidiéndonos del camarero que nos ha atendido.
De la misma manera que hemos ido de casa al restaurante, volvemos, a pie, y en silencio, sintiendo cómo no estoy haciendo un buen trabajo como chica en una primera... ¿cita? Sí, bueno, supongamos que es una cita, solo por darnos el capricho de estar en mi mente y que nadie me pueda escuchar, manteniendo intacto mi orgullo, pero de igual manera, siento que esto no está funcionando, ya que se está convirtiendo en la cita más aburrida de todo el universo, y tampoco quiero que se lleve una imagen mía de aburrimiento.... espera, ¿desde cuándo me importa la imagen que él tenga de mí? Mierda, estoy cayendo de nuevo... Me golpeo a mí misma mentalmente y prosigo caminando callada junto a él, mientras acaricio mis brazos, ya que siento algo de frío, haciendo que de inmediato él coloque su chaqueta por encima de mis hombros, provocando así el tercer cruce de palabras de toda la noche.

--Gracias...-murmuro cogiendo la chaqueta con una de mis mano para que no se resbale y vaya al suelo.
--No hay de qué-se limita a decir, algo de dolor y tristeza llenando su voz.

Muerdo el interior de mi mejilla, ya que no solo no estoy haciendo esto bien, sino que él piensa que es él quien no lo hace bien, nada más lejos de la realidad, ya que el pobre muchacho es el que trata de hacer que todo esto siga adelante, sacando temas de conversación, invitándome a cenar, prestándome su chaqueta...regalándome... ¿una rosa?
Confundida por encontrar dicha flor en mi campo de visión, tan cerca de mí, decido alzar la mirada para ver cómo él me la ofrece nerviosa, con un cierto tembleque en sus pálidas manos.
De nuevo siento ese pinchazo molesto en la mitad de mi torso, y de nuevo lo ignoro mientras sonrío ante su regalo, cogiéndolo sin pensar.

--Muchas gracias, es preciosa-confirmo mirándola detenidamente.

Ni siquiera sé de dónde ha salido, tal vez hayamos pasado por tiendas o puestos con ellas y no me haya dado ni cuenta dado el nivel de aturdimiento en el que me encuentro.

--Como tú-oigo que susurra muy en bajo, como si no quisiera que lo escuchara, mientras camina con las manos en los bolsillos de su pantalones, caminando cabizbajo junto a mí por la calle fría y vacía en la que nos encontramos, hasta que finalmente llegamos a casa.

Me quedo frente a la puerta de casa sin saber muy bien qué hacer ni qué decir ahora, cogiendo esa bonita flor con cuidado para no perderla, sintiendo los latidos de mi corazón descontrolados de una manera que me provoca náuseas solo de pensar a qué se deben, pero joder, no quiero admitir algo así, ¿por qué iba a admitirlo? ¿por qué volver a mostrarme vulnerable ante una persona que me hará daño? ¿qué sentido tiene? Y por mucho que busco no encuentro ninguna clase de respuesta, lo cual hace que cierre los ojos con fuerza al tiempo que aprieto los dientes, mientras él solo mira al suelo con indiferencia, supongo que replanteándose el querer insistir en salir conmigo o al menos en su intento prácticamente incansable de ello.

--Me lo he pasado muy bien-se me ocurre decir, queriendo golpearme a mí misma, lo cual solo hago mentalmente al haber dicho lo más estúpido que pasaba por mi mente.
--Y yo-responde él en tono bajo y parece que poniendo todo su esfuerzo en mantener su mirada en la mía.

No te pongas a llorar. Por favor no te pongas a llorar le pido mentalmente para que no me haga esto, ya que si lo hace no sabré cómo reaccionar, o peor, sabré cómo reaccionar haciéndole todo el daño posible, porque sí, porque así soy yo, porque me he negado al amor y no voy a cambiar eso por él... ¿verdad?

--Bueno...-murmuro sacando las llaves de mi bolso-esto...adiós-confirmo antes de abrir la puerta dispuesta a entrar en casa, mientras siento esa punzada de nuevo en mi estómago, que parece que es una cuerda enganchada a mi interior por un extremo, y al suyo por otro, haciendo que sienta ese malestar cada vez que trato de alejarme de él, mental o físicamente.
--Adiós-es lo único que escucho antes de abrir la puerta del todo.

Doy un paso dentro de casa, sintiendo esa cuerda dentro de mí tirarme con tanta fuerza que llevo mi mano a mi estómago.
No por favor, Ane, no lo hagas pienso mordiendo mi labio inferior con fuerza, con la cabeza gacha y los ojos cerrados, mientras siento una sonrisa involuntaria salir de mis labios Ya estamos... mi conciencia niega con la cabeza y una mano en la frente, sabiendo que esto no será nada bueno, pero... bueno, tal vez sea él quien cambie toda mi visión acerca de los hombres, tal vez sea con el que siempre debió estar, o puede que tan solo haya tenido suerte y por ese motivo me esté dando media vuelta, mientras mando a la mierda todos mis principios, mis sentimientos y mis más profundos pensamientos, sintiendo esa cuerda imaginaria producto de mi cabeza medio trastornada, aflojarse mientras veo a Niall caminar por la fría acera, con las manos en los bolsillos y la cabeza gacha, supongo que tratando de alejarse lo suficiente como para llorar a gusto y sin que nadie lo vea, pero creo que eso no va a pasar esta noche.

--¡Niall!-grito su nombre en lo que comienzo a caminar por el mismo sitio por el que él se está yendo-¡Espera!

Eso hace que él se detenga, dándose media vuelta y deteniéndose para mirarme confuso, aún en la acera frente a mi casa.

--¿Si?-pregunta dudoso en cuanto llego hasta él todo lo rápido que puedo
--Se te olvida algo-murmuro quitando su chaqueta de mis hombros mientras mis ojos están puestos en él.

Ojos azules, inocentes, puros. Pelo rubio, no natural, pero rubio, desordenado y adorable. Nariz del tamaño que toda nariz debe de tener; uno acorde con la cara de quien la tiene. Labios rosados, ni finos ni gruesos, ocultando esos dientes torcidos de niño bueno. Complexión delgada, la normal para cualquier chico de su edad aún en proceso de desarrollarse. Un aura tranquila, sincera y llena de buenas intenciones que no he querido ver hasta ahora.
Joder, ¿tenía que ser exactamente mi prototipo de chico ideal? o peor aún ¿he tenido que negarlo durante todo este tiempo?

--Oh sí-dice aún en ese tono bajo, sin darse cuenta de que lo acabo de escanear y catalogar como "Chico perfecto"-mi chaqueta-confirma dispuesto a cogerla-grac...

Y antes de que termine la frase, mis manos ya están en el cuello de su camisa, atrayéndolo hacia mí, no con dureza, sino con necesidad, una necesidad que no sabía que tenía, aunque puede que siempre haya tenido, puede que incluso antes de conocernos, o puede que tan solo desde antes de nuestro propio nacimiento, no lo sé, no estoy segura, pero ahora mismo me da bastante igual, y lo único en lo que puedo pensar a parte de eso es en lo dulce, tierno y torpe que me resulta este primer beso que me corresponde después de un par de segundos que le ha tomado aceptarlo, pero que por ese motivo, él ya decide cogerse las confianzas suficientes como para colocar sus manos en la parte baja de mi espalda. Me pega más a él, mientras mi cabeza piensa en una tercera cosa, que es el hecho de que puede que me haga tanto o más daño que Adam, que puede que definitivamente me haga odiar a los hombres o incluso a la especie humana, pero que hasta que ese momento llegue, hasta que llegue ese instante en el que quiera arrepentirme de todo esto, de toda esta locura, lo disfrutaré, porque ya tendré tiempo de arrepentirme.

Aunque simplemente nunca llegué a hacerlo...

--También se te olvidaba esto-digo con voz jadeante, mi frente pegada a la suya, con mis manos aún en su camisa y una sonrisa estúpida llegar a mis labios.

Él se me queda mirando a los ojos, haciendo que me sienta pequeña y hasta indigna de poder admirar un color azul tan puro y bello, pero sin embargo no puedo dejar de hacerlo, y simplemente espero a que él reaccione, cosa que ocurre tras treinta segundos, el tiempo suficiente como para darme cuenta de como toda su cara se pone colorada y como una sonrisa puede que igual de estúpida que la mía, pero sin duda más grande, feliz y bonita, se forme en sus labios.

--No sabes lo feliz que me acabas de hacer...-contesta sin perder esa sonrisa de su rostro, que hace que sienta algo invadirme el pecho, algo bueno y cálido, puro y agradable, como él.

Nos quedamos por un minuto que más bien parece un placentero y hermoso milenio, sin separarnos, mientras yo pienso en que me toca decir algo a mí, pero simplemente no encuentro las palabras adecuadas, o puede que sí las haya encontrado, que las encontrara hace días, que las encontrara cuando le conocí, pero que no las haya querido decir, solo por mi escudo anti sentimientos que tan bien me ha servido durante este tiempo, pero del que me he tenido que deshacer si realmente quiero intentar algo con Niall.

--Te...quiero ¿vale?-susurro creo que tan bajo que no se puede oír, aunque claramente me equivoco al escuchar una voz más que conocida para mí.
--¿¡TANTO TE COSTABA ADMITIRLO?!-grita el que sé que es mi hermano pequeño, haciendo que me separe con premura de Niall para darme media vuelta y verle asomado en la ventana con una sonrisa burlona pero tierna en la cara

Ante ese comentario, el rubio que tengo frente a mí ríe, haciendo que mi atención se aleje de mi hermano y en las maneras dolorosas de hacerle pagar porque me haya estado espiando, para poder admirar ese sonido angelical que es su risa, y así poder percatarme de que su risa hace juego con el resto de él: es simplemente un sonido perfecto.

--¿¡QUIERES IRTE A DORMIR Y DEJARNOS EN PAZ?!-le grito como respuesta sin importarme los vecinos ni mis padres, que seguro que también han visto la escena desde algún lugar de mi casa, solo importándome el rubio y lo que piense de mis voces habituales, pero que al escucharle reír de nuevo, se me olvide, ya que no parece importarle uno de mis principales defectos.
--Vale, vale...-responde mi hermano en tono de rendición, mientras se mete para dentro, cerrando la ventana en cuanto está dentro por completo, echando las cortinas, y así dejándome tranquila del todo.
--Tienes una curiosa familia-habla Niall, haciendo que frunza una ceja confusa.

Él solo señala con un dedo a mi espalda, haciendo así que me dé la vuelta rápidamente, sin querer realmente creer lo que estoy viendo: mis padres observarnos sin pudor ni vergüenza alguna; mi padre con indiferencia, mi madre con una expresión que no sé muy bien cómo descifrar, pero que no me gusta para nada, en absoluto.

--Perfecto...-susurro dejando caer mi cabeza en su hombro.
--¿Qué pasa?-pregunta él tranquilo y aún con un humor increíble, colocando un mechón de mi pelo que cae fuera de su ligar.
--Que en esta casa no se puede tener intimidad-bufo de mala gana por ese hecho.
--Ni en esta ni en ninguna-dice con una risa suave, que hace que mi mal humor se esfume sin más-Será mejor que vayas antes de que a tus padres se les ocurra castigarte, o peor, venir a por ti-comenta con cierta diversión.
--Sí, mejor será-confirmo levantando mi cabeza de su hombro.

Nuestros ojos se encuentran de nuevo, sintiendo un chispazo que en cierto modo es agradable, y sin pedir permiso ni pensarlo mucho más, nos acercamos el uno al otro el paso que nos separa, para hacer que nuestros labios se reencuentren de manera corta, pero igual de increíble y simplemente perfecta.

--Hasta mañana-susurra con dulzura, casi contra mis labios
--Hasta mañana pequeño irlandés-respondo con una sonrisa divertida, haciendo que él alce una de sus cejas.
--¿Pequeño?-la confusión clara en su voz, acompañada de la diversión.
--Sigo teniendo un año más que tú-alardeo con falso aire de diva.
--Uhh...una chica mayor...-contesta con una burla que no me tomo a mal ni mucho menos.

Golpeo con cariño su pecho, haciendo que él ría con fuerza, negando con la cabeza, antes de dejar un beso en mi mejillas y ya sí, después de todo lo ocurrido, de todo habiendo salido inesperado, y de que mi chaqueta haya vuelto a él, cada uno se va a su respectiva casa, cosa que yo hago sintiendo esa sonrisa en mi cara que trato de apartar, pero que no puedo, por lo que tan solo la disfruto, acariciando mis labios con las yemas de mis dedos, sintiendo aún su presencia.
Según entro en casa, cerrando tras de mí la puerta, y aún sin rastro de mis padres, mi móvil comienza a sonar dentro de mi bolso, haciendo que rebusque molesta al no encontrarlo, pero que me extrañe cuando lo hago y veo que me está llamando un número que no tengo guardado en la memoria del teléfono, por lo que algo confusa contesto.

--¿Si?

--Ya te echo de menos...-su tierna y dulce voz es lo que oigo al otro lado de la línea, lo cual me sorprende, pero hace que sonría aún más si cabe.
--¿Niall?-pregunto confundida-¿Cómo has conseguido mi número?
--Sabía que tú no me lo darías así que se lo supliqué a Martha-me confiesa mientras noto como en sus labios debe de haber una sonrisa tan grande como la mía.
--Te lo habría dado-admito dejando mi bolso en la entrada-eso y todo-añado quitándome los zapatos dispuesta a subir a mi cuarto-tu sonrisa es capaz de que te dé y te permita todo...
--Nunca pensé que oiría eso de mi sonrisa-contesta en un tono que denota diversión, pero puede que también algo de vergüenza por mis palabras dulces hacia él.
--Pues sí, lo es, perfecta, como tú-me atrevo a decir, mordiendo mi labio según lo digo, sintiéndome nerviosa con ello, ya que no estoy acostumbrada a decir esa clase de cosas.
--Más quisiera yo-contesta él, el tono divertido aún en su voz.

Me dispongo a subir las escaleras, cuando doy con mi madre, con sus ojos castaños mirándome bajo un ceño algo fruncido, con los brazos cruzados sobre su pecho, lo cual me da a entender que tengo que "darle explicaciones" a lo que suspiro molesta, antes de volver mi atención al rubio.

--Tengo que colgar-admito con algo de pena-Buenas noches.
--Buenas noches-confirma él-Espero volver a verte en mis sueños

Y sin ser necesario decir nada más, la llamada se corta, haciendo así que mire mi móvil con una sonrisa de idiota, mientras mi conciencia sigue quejándose por haber vuelto a caer en un hombre, pero bueno, ya habrá tiempo de lamentarse, ahora solo es tiempo de poner la atención en la mujer que me dio la vida y en su pose de que es necesario hablar de algo.

--¿Qué quieres, mamá?

Capítulo 17. Salvada

Narra Ane
Veo la vergüenza y el dolor en este pobre chico sentado frente a mí, dolido porque no le quiero, o porque eso piensa él, sintiéndose rechazado y traicionado por mí, y aún así está aquí, está conmigo, mostrándose vulnerable y aún lleno de café.
A veces me paso de bestia...

--Yo nunca dije que no sintiera lo mismo-un susurro escapa de mis labios.

Mierda. Mierda. Mierda. Yo no quería decirlo, tan solo... se me ha escapado, ha salido solo de algún lugar dentro de mí. Ahora mismo quiero golpearme a mí misma por bocazas, pero tan solo rezo porque no lo haya oído, aunque por esos ojos azules y enormes que se clavan en los míos con completa alucinación puedo saber que no, que me ha escuchado y perfectamente, aunque tenga cara de no creérselo.

--¿Qué?-pregunta alucinado.

Pero yo tan solo niego con la cabeza, apartando mi mirada de la suya para mirar hacia cualquier lado que no sea él y su estúpida perfección, su increíble, hermosa, estúpida y perfecta perfección, evitando así su pregunta y haciendo como que no tengo ni idea de lo que me pregunta, saliendo con otro comentario que evada mi metedura de pata anterior.

--No...hace falta que te quedes aquí, puedes irte, ya debe ser hora de comer-murmuro con indiferencia, aunque en el fondo solo tiemblo porque deje correr el tema y haga como que nunca escuchó mis palabras.

Me atrevo a volver a mirarle para ver como me mira de nuevo apenado, con la cabeza gacha, pero me regala una media sonrisa que parece decir "Debo de ser demasiado gilipollas si pienso que ha dicho algo así" pero al mismo tiempo también parce gritar "Sé lo que has dicho. Te he escuchado perfectamente", pero en vez de continuar haciéndome enloquecer con una simple sonrisa, se levanta lentamente, haciéndome saber así que se va, y por lo cual me veo obligada a acompañarle hasta la puerta de salida, donde parece con intenciones de irse, pero se da media vuelta y se queda mirándome, mordiendo su labio inferior y mostrándose de nuevo nervioso, vergonzoso y adorable.

--Oye...-habla en voz baja y un tanto temblorosa, por lo que él mismo tose un poco para aclararla-s-sé...que me negaste que fuéramos al cine-me recuerda mientras pasa su mano izquierda por su nuca-pero...¿y a cenar?-me propone con una sonrisa llena de nervios.

Podría ser muy cruel, podría haberle dicho que no, que adiós, que no le quiero ver más, que me olvide y que así él lo hiciera, pero... creo que ya no puedo cambiar nada, ni siquiera el hecho de que puede que me atraiga, pero un poco, solo un poco.

--Niall-digo en un suspiro derrotado-te he insultado, gritado, tirado café, has venido a consolarme cuando más lo necesitaba-enumero muy a mi pesar, sintiéndome realmente estúpida por haberle jodido tanto en tan poco tiempo-es lo menos que puedo hacer...
--¿Es un sí?-pregunta con una sonrisa que apenas le cabe en la cara.

Asiento con una pequeña sonrisa que debo de admitir, es de puro nervios y tal vez de miedo al saber que esto acabará mal, y con mal me refiro a jodida y llorando durante meses por alguien a quien realmente no le importo y que no derramará ni media lágrima por mí, pero ya no lo puedo cambiar, aunque tal vez sí retrasarlo un poco...

--¡Bien!-grita lleno de emoción, por lo que me quedo mirándole sorprendida antes de tratar de reprimir una carcajada-Lo siento-se disculpa entre divertido y avergonzado por su grito-la emoción de que no me hayas dado calabazas-me explica con esa diversión-Te paso a buscar a las diez ¿te parece?-propone volviendo a... la cita.
--Perfecto-contesto temblado hasta la última de mis células.
--Hasta...esta noche.
--Hasta entonces-digo en apariencia más tranquila que él, pero solo en apariencia.

Me acerco el paso que nos separa y por algún motivo dejo un cuidadoso beso en su mejilla caliente y adorable, lo cual parece ponerle nervioso, ya que noto la tensión en él, pero de igual manera no se aparta y yo solo sonrío mientras me separo de él para ver como sus mejillas de nuevo están coloreadas. Con un nervioso "Adiós" se va casi corriendo de mi casa, pudiendo así yo cerrar la puerta riendo por lo bajo ante su ternura y la facilidad con la que se sonroja.

--¡MAMÁÁÁÁÁÁ!-grita alguien de manera ruidosa, o sea, mi hermano-¡ANE TIENE NOVIO!
--¿Qué?-pregunto alucinada, girándome 180º antes de darme cuenta de lo que ha dicho-¡CÁLLATE ESTÚPIDO!-grito antes de echar a correr tras él para cerrarle esa enorme bocaza o matarle, una de dos.
--¿Qué?¿Un novio? ¿Quién?-pregunta la llamada saliendo de vete tú a saber dónde.
--¡ES NIALL!-responde mi hermano a gritos huyendo aún de mí por la casa, riendo mientras yo siento mi cara enrojecer.
--¡QUE TE CALLES! ¡NO ES MI NOVIO!-me defiendo no matándome por poco al chocar contra la mesa de la cocina, a la cual hemos llegado porque él no se para quieto.
--¿Cómo que no? Vais a ir a a cenar juntos-responde con retintín y una sonrisa de burla, justo a otro lado de la mesa, lo cual le da la seguridad para poder detenerse sabiendo que no llego hasta él.
--¿Es eso cierto?-insiste mi madre con una ceja alzada por la curiosidad.
--Sí...¡pero no es mi novio!-insisto ya sin saber cómo hacer que mi hermano deje de inventar.
--¡ANE Y NIALL SENTADOS BAJO UN ÁRBOL! ¡MUY ENAMORADOS!-comienza a cantar a gritos.
--¡QUE TE CALLES!-ya casi gruño, sintiendo mi cara al borde de una explosión de vergüenza.
--Uy si te has puesto roja-se burla-Por algo será...¿Algo o alguien? ¿Alguien rubio? ¿Alguien rubio que se llama Niall?-me vacila antes de echarse a reír él mismo.
Y como le conozco y sé que no va a parar hasta que le dé la razón, pruebo una nueva táctica; ignorarle.

--Piérdete enano-respondo sin más antes de subir a mi cuarto maldiciéndole por lo bajo mientras le escucho aún reírse y hacer coñas, con mi madre aún preguntando por detalles acerca de Niall.

Cierro la puerta de mi cuarto y me tiro en la cama cansada de este hermano metomentodo que tengo, quedando así mirándome hacia el techo y por lo tanto hacia el calendario colocado ahí estratégicamente para que lo vea según me levanto para así no olvidarme de las fechas importantes, dándome así cuenta de que en tres días es Navidad, o lo que es lo mismo, de que necesito un vestido para la celebración y mucho menos para la fiesta de Nochevieja... Claro, iba a ir a comprarlos con Marta esta mañana, pero como Harry está de viaje o no sé qué ha dicho que le pasaba, pues no he podido ir a comprarlo, así que con mucho pereza me levanto de la cama, cojo el dinero que tengo ahorrado desde hace tiempo para un par de vestidos decentes y me voy al centro comercial más cercano.

Después de dos horas y media acabo por encontrar un vestido perfecto para Navidad, por lo que solo me queda el de Nochevieja, así que sigo mirando por los escaparates con algo de desinterés al ver que apenas quedan vestidos decentes, todo por dejarlo para el último segundo, hasta que veo uno que es simplemente perfecto, por lo que me detengo en seco para admirarlo con detalle; negro, sin tirantes, entallado, pero no demasiado, solo lo justo y necesario sin llegar a lo ordinario, con lentejuelas cosidas de manera que formar una imagen simétrica con triángulos hasta llegar a cadera, donde nace la falda de tul negra y vaporosa hasta la mitad del muslo, o resumido: perfecto. Es mi vestido, es que es mi vestido, tiene que ser mío.
Pero toda la ilusión que tengo se esfuma al ver que cuesta más que toda la ropa que tengo en el armario -y que el armario- Mierda... no puede ser, es mi vestido y tiene que ser mío, no puede ser tan caro...

--Hola-alguien interrumpe mis reproches acerca del precio.

Me doy media vuelta, sintiendo un escalofrío recorrerme al reconocer esa voz, la voz que una vez se burló de mí y la voz que tantas mentiras pronunció entre te quieros, la voz que me hizo daño hasta límites insospechados, y sin embargo, ahora se ve vulnerable, tranquilo, incluso... agradable, con su pelo castaño y ondulado bajo un gorro de lana, sus ojos pequeños pero atrayentes de un color oscuro difícil de encontrar que contrasta con su pálida piel.

--Hola Adam-digo con cierto desdén.

Noto la presencia de otra persona detrás de él, una víctima nueva, lástima que esta sea tan mona; rubia, ojos azules, alta y ni gorda ni flaca, con mirada inocente y tranquila. A esta sí que la va a joder del todo...

--¿Qué tal te va?-pregunta él haciendo que vuelva la mirada hacia esos ojos que en un momento tanto me gustaron.
--Bien-respondo sin más-¿Y a ti?-pregunto más por parecer amable que porque realmente me interese.
--Bien-contesta con una sonrisa ladeada antes de girarse a la chica rubia e inocente-Oye Perrie ¿puedes ir a preguntar el precio de esas zapatillas?-pregunta señalando una tienda algo alejada.

Los tres sabemos que es mentira y que solo se quiere quedar conmigo a solas, pero la muchacha asiente con la cabeza antes de irse a paso algo rápido, quedándonos Adam y yo, frente a frente después de tanto tiempo... demasiado poco para mi gusto.

--Veo que te va bien, con otra pobre chica que dentro de nada estará en tu lista de "Utilizadas como a pañuelos de papel"-escupo con asco, pero para mi sorpresa él tan solo ríe por algún motivo que no comprendo.
--Es mi prima-contesta con una sonrisa divertida, antes de cambiar el tono a uno algo nervioso junto con el tema-Oye yo... lo siento-dice en voz algo baja acariciando su nuca-ha pasado mucho de eso, yo... he cambiado, enserio, solo era un niñato inmaduro-dice con una sonrisa divertida.
--¿Y ahora eres...? ¿Qué?-pregunto con ironía mirándole de arriba a bajo viendo que no ha cambiado en nada.
--Tan sarcástica como siempre-dice con esa sonrisa-no has cambiado nada. Deberías saber...que no ha habido un día en el que no me arrepienta-me confiesa en un susurro-me di cuenta demasiado tarde de que estaba enamorado de ti, y... no ha habido más chicas en mi vida.

¿Que no ha habido más chicas en su vida? ¿Que... que... estaba enamorado de mí? ¿Enserio? Puede que en el fondo siempre me hubiera querido, pero.... solo se comportó mal porque no era maduro...

--No seas gilipollas, se estás quedando contigo, sabes todo el daño que te hizo. Sabes todo lo que se rió de ti. Lo que te utilizó-me recuerda mi mente-No caigas, no merece la pena, no te quiere.

--Ya...ya...-murmuro alejando por completo de mi mente sus palabras de nuevo bonitas.
--De verdad, créeme-casi me suplica.
--Sí, sí, si te creo-digo con desinterés, por lo que él resopla algo frustrado.
--Y tú...-comienza a decir en bajo-¿estás con alguien?-pregunta con una media sonrisa llena de miedo.

Estoy en un buen lío, ya que no estoy con nadie y eso le daría pista libre para empezar a cortejarme de nuevo, y sé que como una idiota caería e nuevo, solo por la mínima posibilidad de que haya podido cambiar, puede que sea el chico del que me enamoré... Joder, y ahora qué digo... qué hago...
Para mi suerte y extrañeza, alguien me abraza por la espalda, colocando sus manos en mi cintura antes de dejar un beso en mi mejilla.

--Ya estoy, cariño-habla una voz suave y tranquila.

Giro mi cabeza extrañada, ya que no me esperaba que alguien me agarrase así, dando con unos ojos de un color casi dorado que irradian misterio y exotismo.

--Ho-hola Zayn-digo confundida por su presencia y por la manera en la que me agarra, ya ni decir por el beso o porque me ha llamado "Cariño"
--Oh, ya veo que sí-murmura Adam claramente disgustado.
--Adam, cuestan alrededor de...-Perrie, la prima de Adam, comienza a decir, apareciendo de la nada, pero la verdad es que no es capaz de decir nada más al quedarse mirando a Zayn con asombro.

Cualquiera se queda embobado mirando a este chico, pero para mi sorpresa, él está igual que ella; con los ojos clavados en los suyos, apenas parpadeando, como si estuvieran mirando dentro del otro de alguna extraña manera, hasta que Adam les interrumpe, provocando el sonrojo en ambos dos.

--Bueno...nos vamos-dice éste algo nervioso, con intenciones de irse de mí lo más lejos posible-Adiós Ane, me alegra haberte visto. Zayn tienes mucha suerte de tenerla contigo-añade cogiendo a su prima del brazo.
--Gracias-responde Zayn.
Y así finalmente se van, Perrie y Adam a una gran velocidad, parece que hablando o discutiendo, hasta que se pierden entre la multitud de las personas haciendo compras de última hora.

--Me has salvado el pellejo, Zayn-admito en un susurro, volviendo mi vista a él.
--Parecías incómoda hablando con él-contesta sin más, encogiéndose de hombros.
--Sí, bastante-contesto algo incómoda por la situación.
--¿Quien era?-pregunta confundido.
--Mi... bueno... mi ex.
--Oh vaya...-sisea con una mueca de disculpa-Bueno ¿y qué haces por aquí?-pregunta rápidamente para cambiar de tema.
--Buscando un vestido para Fin de año.
--Pues... mira-contesta señalando hacia mi espalda, es decir, hasta el increíble vestido negro que sale de mi presupuesto-este es bonito.
--Sí, pero mi presupuesto no me permite gastarme ese pastizal en un vestido-contesto con diversión, haciendo que él ría por lo bajo.

Acabo por volver a casa y sin vestido de Fin de año, acompañada por Zayn, quien trata de sacar una conversación para que todo el camino no sea en un silencio incómodo.
--Bueno...¿y cómo llevas eso de no odiarnos?
--Bastante bien-contesto con franqueza y diversión.

Saco mi móvil del bolsillo al sentir la vibración de un mensaje, cuando veo la hora que es; las nueve... ¡LAS NUEVE! ¡MIERDA! ¡SON LAS NUEVE! Tengo que llegar a casa, arreglarme, vestirme, peinarme, maquillarme.

--Joder-mascullo queriendo pegarme por idiota, pero no hay tiempo, por lo que comienzo a caminar más rápido.
--¿Qué pasa?-pregunta Zayn acelerando también su paso.
--En una hora he quedado-mascullo molesta conmigo misma.
--¿Tan tarde?-pregunta sorprendido.
--A la hora que me ha propuesto Niall-respondo simplemente.
--¿Niall?-la extrañeza rebosa en su pregunta.
--Sí, Niall, tu amigo, el de los ojos azules, rubio-le describo a su propio amigo, solo por si duda de quién es.
--Sí, sé como es-responde algo divertido-¿No decíais que erais solo amigos?-pregunta con ambas cejas alzadas.
--Y lo somos-contesto extrañada por su pregunta.
--Eso parece una cita...

En el fondo algo de razón tiene, porque sí que suena a cita; ir a cenar, posiblemente a algún lugar al que haya que ir arreglado, solos él y yo...

--¿Qué mas da?-contesto haciendo aspavientos, quitándole importancia-Cita o no, no pienso llegar tarde-digo muy segura, lo cual provoca la risa del moreno.

Finalmente llego a casa en la mitad de tiempo de lo que suelo llegar, con Zayn junto a mí, del que me despido y al que vuelvo a agradecer que me haya salvado y que me haya acompañado a clase y simplemente empiezo un cambio radical en una escasa media hora; me ducho en apenas cinco minutos y mientras me seco el pelo saco la ropa que debería usar para una cita, pero hace tanto que no voy a una... y tampoco sé a donde vamos, tan solo que vamos a cenar, pero él es famoso y con dinero, tal vez me lleve a algún sitio de pijos... Dios, eso sería mi ruina, no podría hablar alto ni decir palabrotas... Joder, Niall tendría que haberme avisado de a donde vamos...
Me decanto por un vestido que es informal pero formal, de un color blanco neutral, con manga corta y sin escote, con cuello redondeado y de encaje. Me llega hasta la mitad del muslo (una medida que creo que es decente pero no de monja puritana). Aparte del encaje, solo lleva un accesorio más, que es una especie de cinturón marrón que acaba en un lazo justo en el centro. Creo que está bien tanto si vamos a un sitio formal como informal.... solo lo creo, porque estoy empezando a sentir verdaderos nervios y eso significa que ya no voy a saber qué pensar hasta que vuelva esta noche.
Dejo mi pelo suelto y ondulado (porque no hay tiempo de plancharlo ni de tratar de hacerme ninguna clase de recogido) rezando porque se quede lo más decente que puede y comienzo a maquillarme a apenas tres minutos de las diez, cuando casualmente suena el timbre.
Tenía que tocarme el único adolescente puntual de todo el universo.
--¡VOY YO!-grito desde el baño, solo para que mi familia se adelante y empiece a dejarle en evidencia.

Cojo un pequeño bolso en el que llevo lo imprescindible y bajo las escaleras lo más rápido que puedo sin matarme, pensando en que voy como debo, en que nada va a salir mal y en que no me debo de dejar cautivar más por sus bonitas palabras, por sus increíbles ojos azules, ni por su tierna y espectacular sonrisa, aunque todo eso se me olvida al abrir la puerta y dar con el ángel venido del cielo que ha venido a recogerme.